En un mensaje publicado en su red social Truth, Trump compartió un video de unos 30 segundos en el que se observa una embarcación detenida en alta mar justo antes de ser impactada por un proyectil y explotar. Se trata del quinto ataque de este tipo desde el 2 de septiembre, con un saldo total de al menos 27 fallecidos, según cifras difundidas por el propio mandatario.
“Bajo mis órdenes, el secretario de Guerra, Pete Hegseth, ha dirigido un ataque letal contra una embarcación asociada a una organización terrorista dedicada al tráfico de drogas cerca de aguas venezolanas”, declaró Trump.
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De acuerdo con el presidente republicano, la lancha estaba vinculada con el grupo delictivo Tren de Aragua, catalogado como organización terrorista por el Departamento de Estado en febrero pasado.
El mandatario aseguró que los servicios de inteligencia estadounidenses confirmaron que la embarcación transportaba narcóticos y operaba en una ruta utilizada por redes narcoterroristas.
“El ataque se realizó en aguas internacionales. Seis narcoterroristas murieron. Ningún soldado estadounidense resultó herido”, precisó.
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Críticas por la legalidad y alcance de los ataques
Aunque la Casa Blanca sostiene que estas operaciones están justificadas y se apegan a las leyes internacionales, expertos en derecho y política exterior han cuestionado su legalidad.
“La decisión del presidente está dentro de sus facultades como comandante en jefe y busca proteger los intereses de Estados Unidos en el extranjero”, defendió Karoline Leavitt, portavoz de Trump.
Sin embargo, analistas advierten que estos ataques podrían elevar las tensiones con Venezuela y ampliar la intervención militar estadounidense en la región. Según un memorándum del Pentágono al Congreso, el gobierno de Trump ha determinado que Estados Unidos mantiene un conflicto armado con los cárteles de la droga, una postura que ha despertado críticas en el ámbito diplomático.
El presidente venezolano, Nicolás Maduro, acusó a Washington de utilizar la lucha antidrogas como pretexto para intentar su derrocamiento. A la par, Estados Unidos mantiene una recompensa de 50 millones de dólares por su captura y una fuerte presencia militar en el Caribe, con un submarino nuclear y ocho buques de guerra desplegados en la zona.