La llamada ‘Fiesta del espíritu’ ha perdido esplendor respecto a otros eventos que ofrece la capital del estado, como su Festival del Día de Muertos
Capitalinos y turistas esperan con ansías octubre por el evento que se ha consolidado como uno de los más atractivos del país: se trata del Festival de Día de Muertos.
La celebración ha desbancado al Festival Internacional Cervantino hasta en afluencia.
En 2024, durante 17 días el FIC contó con la participación de 184 mil personas; la ciudad de Guanajuato reportó una ocupación hotelera del 41%. En sólo cuatro días, el Festival de Día de Muertos reunió a más de 145 mil personas, y la ocupación hotelera llegó al 100%.
El Cervantino no ha logrado recuperarse después de la pandemia, tras su cancelación en 2020 y la edición híbrida del 2021.
Durante su aniversario 50 la ‘Fiesta del espíritu’ revivió. Con las presentaciones en la Alhóndiga de Granaditas de Café Tacuba, Joan Manuel Serrat y Caifanes, el evento parecía haber recuperado su gloria en 2022.
Sin embargo, no fue así. Las posteriores ediciones, incluida la presente, no recuerdan en nada a los años en que veíamos las calles abarrotadas, una novedad en cada esquina, la música, la danza y el colorido apoderándose de la ciudad. Hasta el apodo de ‘la cantina más grande del mundo’ se perdió (aunque claro, esto no deja de ser positivo).
¿Cultura para todos?
Cobijas y cartones sobre las gradas de la Alhóndiga de Granaditas. Una imagen habitual en la ciudad durante el Cervantino. Las personas apartaban lugar desde temprano para no perderse el espectáculo. No era la postal más ‘aesthetic’, pero reflejaba el interés por los eventos. La necesidad de control en el aforo y las nuevas tecnologías impusieron una nueva dinámica.
Desde septiembre es necesario registrarse en línea para garantizar un lugar en la zona gratuita del principal escenario del festival. La explanada está reservada para quienes pagaron por un boleto, pero, principalmente, para aquellos a quienes les fueron obsequiadas las entradas (trabajadores de gobierno, funcionarios de cultura y otros personajes prominentes).
Así, los asistentes de gradas hacen dos filas, una virtual para registrarse, otra para acceder el día del evento, mientras ven a los del área de sillas llegar a la hora que les place, o ni siquiera presentarse. Es inevitable: esta logística marca diferencias, otorga privilegios a unos cuantos, y nos hace cuestionar si de verdad se ofrece cultura para todos. La dinámica fortalece el estigma de que la cultura y el arte son una cuestión elitista.
Por otra parte, en el caso de conciertos, obras y demás presentaciones de danza en teatros y otros espacios cerrados, el costo suele resultar elevado. Un ejemplo, el boleto para ver a la London Sinfonietta en el Teatro Juárez costaba hasta 900 pesos.
Las casas de los estados y países invitados son un gran acercamiento al público general. Este año, hay que reconocer el esfuerzo de Veracruz, que pese a la tragedia que enfrenta ha tenido una fuerte presencia. La Casa Veracruz ofrece un nutrido repertorio musical, gastronómico, artesanal, talleres gratuitos y hasta muestras de sus rituales y medicina ancestral. Por otra parte, la presencia de Reino Unido se limitó a banderas, impresiones de guardias reales a la entrada de algunos edificios, y un vehículo instalado entre la Plaza de la Paz y la calle Alonso. Ocurrió lo mismo el año pasado, cuando la representación de Brasil fue catalogada como decepcionante.
Los niveles de gobierno e instancias involucradas en la organización del FIC, parecen dar por sentado su éxito, obviando ciertos detalles. Esto no significa que el programa carezca de espectáculos de gran calidad, pero pareciera que desde hace unos años el esplendor del evento se ha perdido, y no parecen notarlo.
El inevitable caos
La baja ocupación hotelera durante el Cervantino no sorprende. Hay visitantes que no arriban a Guanajuato para quedarse por varios días, vienen de ‘entrada por salida’, la derrama económica se queda en sectores como el de bares y restaurantes.
Pero hay otro factor, hay turistas que ni siquiera logran pasar una tarde o un día completo en la capital debido a la falta de lugares para estacionar sus vehículos. El gobierno municipal no prepara la ciudad para recibirlos.
Calles colapsadas, dificultad para conseguir taxis, obstáculos en la movilidad de los locales, son la tortura de cada fin de semana del FIC.
Y esto nos lleva a hablar nuevamente del Festival de Día de Muertos, que el año anterior superó en popularidad a los festejos de Pátzcuaro, Michoacán.
Las fotografías de las principales vialidades y la calle Subterránea atiborradas de gente, generaron en 2024 gran orgullo a las autoridades, pero cierta preocupación si observamos la otra cara de la moneda. Entre semejantes multitudes, si se desatara una estampida o cualquier otra emergencia, sería imposible para ambulancias o elementos policiales intervenir a tiempo.
El cierre de la única avenida de la capital, implica el cierre de toda la capital. Las quejas sobre la ciudad colapsada fueron ignoradas entre el alborozo por las cifras, las buenas reseñas y la abundancia para ciertos gremios. Si este año son ignoradas otra vez, será muestra del poco interés a las voces de un buen sector de la población.
Ocurre tanto en el FIC, como en el Festival de Día de Muertos, los intereses de unos cuantos opacan alternativas que se promueven a los cuatro vientos como cultura y disfrute para todos.
LO SUPERFLUO: La ‘Fiesta del espíritu’ va perdiendo año con año su carácter festivo, y los organizadores parecen no darse cuenta.
LO PROFUNDO: Fallas logísticas, apatía, poco interés por promover o participar de la cultura, son factores que no han logrado atenderse como es debido.