Cinco días antes de ser hallado sin vida a un costado de la carretera Durango–Mazatlán, Miguel Ángel Beltrán encendió la cámara de su teléfono para hacer lo que mejor sabía: contar lo que muchos callaban.
En su canal de TikTok, el periodista hablaba con la serenidad de quien entiende los riesgos pero no renuncia a su deber. Advertía que la reciente detención de un operador de los Cabrera Sarabia podría desatar una nueva ola de sangre en Durango. “No descartemos que la violencia aumente”, dijo. Hoy, sus palabras resuenan como una premonición.
Beltrán, colaborador del portal Contexto y con más de tres décadas en el oficio, había concentrado sus últimas publicaciones en documentar los movimientos del crimen organizado en la región.
Miguel Ángel Beltrán le ‘pegaba’ a los cárteles
En videos breves, pero contundentes, explicaba cómo las disputas entre Los Chapitos, el Cártel Jalisco Nueva Generación y facciones locales habían convertido al estado en un tablero de guerra silenciosa, donde la minería y el tráfico de drogas se entrelazaban. También cuestionaba las promesas de seguridad del Gobierno estatal, señalando que los hechos recientes “no eran casos aislados, sino síntomas de una lucha más amplia por el control del territorio”.
Antes de trasladar su voz a las redes, Beltrán había trabajado en medios locales cubriendo temas sociales y deportivos. Su trayectoria lo llevó incluso a ser vocero del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE), desde donde defendía la importancia del acceso a la información en comunidades marginadas. Sin embargo, en los últimos años, su periodismo tomó un rumbo más independiente y arriesgado: informar desde su propio teléfono, con nombre y rostro visibles, sobre los cárteles que dominan Durango.
Una narcomanta, la pista detrás del asesinato de Miguel Ángel Beltrán
El sábado, su cuerpo fue hallado envuelto en una manta con un mensaje firmado por presuntos grupos criminales. Su familia confirmó la identidad un día después. Tenía 60 años.
El asesinato de Miguel Ángel Beltrán se suma a una lista que no deja de crecer. México sigue siendo el país más peligroso de América Latina para ejercer el periodismo, con al menos siete comunicadores asesinados en lo que va del año, de acuerdo con Reporteros Sin Fronteras. La mayoría, como Beltrán, cubrían temas vinculados a la corrupción o al crimen organizado desde medios locales.
Su voz, ahora silenciada, queda registrada en esos videos que siguen circulando en las redes: testimonio de un periodista que no dejó de contar lo que veía, aun sabiendo que hacerlo podía costarle la vida.