Salvatierra, Guanajuato.- Cientos de personas se reunieron en el templo de la comunidad de San Nicolás de los Agustinos, en Salvatierra, para dar el último adiós al padre Roberto, donde, a la una de la tarde, se realizó una misa de cuerpo presente.

El padre Roberto González Ortega falleció la madrugada del martes tras chocar su camioneta contra un tráiler que se encontraba detenido sobre la carretera Salvatierra–Celaya, a la altura del puente de la comunidad de Cañones, debido a un bloqueo provocado por la manifestación de campesinos.

El sacerdote, de 65 años, fue recordado por su carácter alegre, su carisma y su entrega al servicio religioso. A lo largo de su vida combinó sus tres grandes pasiones: la música, el ciclismo y el servicio a la comunidad cristiana. Había cumplido 40 años de vida sacerdotal y fue vicario en Salvatierra, además de párroco en La Noria y en La Sagrada Familia, donde permaneció varios años al frente de las parroquias, dejando una profunda huella entre los feligreses.

El padre Roberto González fue recordado por su alegría, servicio y cercanía con la comunidad. Foto: Diana Martínez

A la ceremonia acudieron más de 40 sacerdotes que concelebraron la misa y elevaron oraciones en su memoria. Fieles de distintas comunidades, amigos y familias enteras asistieron para despedirse de quien fuera conocido cariñosamente como el Padre Beto.

Durante la celebración, su hermano tomó la palabra para agradecer las muestras de afecto hacia su familia. “Lo recordaremos como era: alegre, de gran corazón, siempre con una sonrisa y con palabras de aliento para todos”, expresó conmovido ante los asistentes.

La despedida del padre Roberto se extendió a lo largo de dos días. Su cuerpo llegó la madrugada del miércoles al templo de San Isidro Labrador, en la comunidad de La Noria, donde fue recibido entre aplausos, flores y lágrimas. A las cinco de la mañana, el grupo La Nueva Ley del Norte ofreció una serenata en su honor, un gesto que muchos describieron como un acto de cariño del pueblo hacia su pastor.

Ese mismo día, a las nueve de la mañana, se celebró una misa en el mismo templo antes de que el cortejo partiera hacia la comunidad de La Moncada, donde también se rindió homenaje al sacerdote. Posteriormente, su cuerpo fue trasladado a San Nicolás de los Agustinos, llegando alrededor de las siete de la noche, donde ya lo esperaban cientos de personas en la entrada del pueblo.

Fue velado durante la noche en el templo de San Nicolás Tolentino, previo a la misa de cuerpo presente del jueves. Al finalizar la misa, un grupo de personas cargó el ataúd hasta la entrada del pueblo para posteriormente subirlo a la carroza fúnebre que lo trasladó al crematorio; sus cenizas fueron depositadas en una urna en el templo de la comunidad de San Nicolás de los Agustinos.

Familiares del sacerdote acompañan la despedida en el templo de San Nicolás de los Agustinos. Foto: Diana Martínez

La noticia de su fallecimiento causó consternación entre los habitantes de Salvatierra y Tarimoro, quienes lo recordarán como un hombre de fe, cercano a la gente y entregado a su vocación. Entre lágrimas, cantos y oraciones, las comunidades se despidieron del Padre Beto, con la promesa de mantener vivo su ejemplo de alegría, servicio y esperanza.

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