Irapuatoa, Gto.- El pasado 10 de diciembre, se aprobó en el Senado la ley que prohíbe la venta de cigarrillos electrónicos y vapeadores en todo México. La efectividad que tenga en los jóvenes que actualmente lo usan en ciudades como Irapuato, está por verse.

La presidenta municipal, Lorena Alfaro García, afirmó que el municipio colaborará para evitar la comercialización de estos productos.

Periódico Correo platicó con varios jóvenes de Irapuato sobre su experiencia con el vapeo.

Emilio, de 17 años, y Camila, de 16, llevan desde la secundaria y prepa vapeando, respectivamente. Compran los dispositivos principalmente con compañeros de la escuela o en línea.

“Empecé en la secundaria como a los 15 años, porque todos los traían en reuniones. Poco a poco me fui acostumbrando y luego ya compré”, dice Emilio.

“Al principio era curiosidad, pero ahora es algo normal con mis amigos, y por ser tan práctico hasta en el salón a veces”, añade Camila.

Comprar vapeadores es fácil

Aunque la venta será ilegal una vez publicada en el Diario Oficial de la Federación, ambos reconocen que es fácil conseguirlos, en el centro, en plazas comerciales y entre compañeros de la escuela.

“Algunos dejarán de venderlo, porque pues sí son muchos años en la cárcel, yo creo que solo por eso lo dejaría, porque ya no tenga donde comprarlo”, reconoce Emilio.

“Sé que es malo, y en algún momento quiero dejarlo, o sea, cuando empecé siempre supe que sería algo temporal”, menciona Camila.

Otros jóvenes también compartieron su experiencia, como José de 17 años, estudiante de preparatoria, quien lleva tres años usando Vape.

“Me gusta vapear porque es una forma de desestresarme. Y pues, sí la verdad yo creo seguir haciéndolo porque ya me he vuelto un poco adicto, no es como que lo pueda dejar de un día para otro”.

“Porque… pues me hace sentir tranquila, y pues yo creo que ya sí lo voy a dejar, no pienso usarlo después”, dice Amanda de 16 años.

Para estos adolescentes, el vapeo sigue siendo un hábito social y una forma de convivencia con amigos.

La prohibición pondrá a prueba tanto la efectividad de la regulación como la conciencia de los jóvenes sobre los riesgos para la salud.