Cortazar, Guanajuato.– Enrique Quintana Villagómez, de 90 años de edad, nos narra su vida dedicada al oficio de bolero en el jardín principal de Cortazar, una labor que realiza diariamente y que lleva más de 30 años desempeñando. Antes de convertirse en bolero, Don Enrique trabajaba en el campo, una experiencia que marcó su juventud.

“Uno se va enseñando viendo a otros y ahí uno se va enseñando poco a poco. Yo no estudié ni primaria, no estudié nada. En mi juventud, puro trabajo de campo había y en puro trabajo de campo anduve”, comenta Don Enrique, recordando los duros años de trabajo agrícola que ocupaban su tiempo.
A lo largo de su vida, Don Enrique no tuvo acceso a seguro social ni a una pensión. Hoy en día, sobrevive con el poco dinero que gana como bolero y con la ayuda federal destinada a los adultos mayores. “Con la ayuda que me da el gobierno federal y con lo poco que ganamos aquí, con eso me la voy pasando“, expresa.
En algún momento de su vida, Don Enrique también aprendió a ser chofer y manejaba una camioneta, siempre en actividades relacionadas con el campo. Sin embargo, hace poco más de 30 años, cuando ya no pudo seguir trabajando como chofer o en el campo, encontró la oportunidad de trabajar como bolero en el jardín de Cortazar.

Don Enrique tuvo cinco hijos, aunque se separó de su esposa hace muchos años. A sus 90 años, vive solo y depende de la ayuda federal y de lo que gana como bolero para cubrir sus gastos básicos, incluyendo la renta, el agua y la luz.

A pesar de las dificultades, Don Enrique sigue adelante con una actitud positiva y la determinación de seguir trabajando. Su historia es un testimonio de resiliencia y dedicación, y un recordatorio del valor de las personas mayores en nuestra sociedad.
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