Ciudad de México, México.- Entre los asteroides que cruzan la vecindad de nuestro planeta, dos cuerpos celestes han captado la atención de científicos y agencias espaciales: Apophis, el titán que alguna vez sembró el pánico, y 2024 YR4, un recién llegado que, aunque con una probabilidad de impacto baja, sigue siendo vigilado con cautela.
Mientras uno ha dejado atrás su posible amenaza, el otro continúa siendo un misterio, un recordatorio de los riesgos cósmicos que, aunque remotos, siempre están presentes.

Apophis, descubierto en 2004, rápidamente se convirtió en uno de los asteroides más inquietantes debido a su tamaño de 335 metros. En ese entonces, los cálculos preliminares indicaron que había una probabilidad del 2,7% de que impactara la Tierra en 2029. Esta predicción causó alarma a nivel mundial, ya que su tamaño y velocidad lo convertían en una de las amenazas más graves de la época.
Sin embargo, con nuevas observaciones y estudios orbitales más precisos, los científicos lograron descartar cualquier posibilidad de impacto en 2029, 2036 y 2068. Gracias a campañas avanzadas de radar, realizadas con equipos como la antena de 70 metros del Deep Space Network en California y el radiotelescopio de 100 metros de Green Bank en Virginia, se redujo la incertidumbre sobre su trayectoria.
El primer gran acercamiento de Apophis ocurrirá en 2029, cuando pase a menos de 32,000 kilómetros de la Tierra, una distancia menor que la de algunos satélites geoestacionarios.
Sin embargo, lejos de ser una amenaza, este evento se convertirá en una valiosa oportunidad científica. La nave OSIRIS-APEX, que previamente exploró el asteroide Bennu, será redirigida para estudiar Apophis de cerca, analizando su superficie y composición durante un encuentro prolongado de 18 meses.

2024 YR4: Un nuevo enigma en el espacio cercano
Mientras Apophis ha sido estudiado y su amenaza descartada, el asteroide 2024 YR4, descubierto en enero de 2025, es aún un enigma sin resolver. Con un tamaño estimado entre 40 y 90 metros, 2024 YR4 ha captado la atención de los astrónomos debido a su posible impacto con la Tierra el 22 de diciembre de 2032.
En febrero de 2025, la probabilidad de impacto se elevó al 2,8%, lo que superó el pico de riesgo que tuvo Apophis en 2004. No obstante, esta cifra no es alarmante, ya que el aumento se debe a una mejora en la precisión de su órbita, lo que coloca a la Tierra dentro de una fracción mayor de la región de incertidumbre.
A pesar de la creciente probabilidad, los expertos confían en que futuras observaciones permitirán reducir la incertidumbre. Si las mediciones indican que la Tierra ya no está dentro de la zona de impacto posible, la probabilidad de colisión caerá a cero.
¿Y si impactara la Luna?

2024 YR4 sigue siendo una incógnita, con una probabilidad de impacto en 2032 que sigue siendo vigilada por científicos y agencias espaciales (Foto: Twitter)
Curiosamente, 2024 YR4 también tiene una pequeña posibilidad de impactar la Luna, con una probabilidad estimada en 0,8%. Aunque esta opción es remota, nos recuerda que nuestro satélite natural no está exento de los riesgos del espacio cercano.
Para mejorar la vigilancia de estos y otros asteroides, la NASA tiene planes ambiciosos. Con la misión Near-Earth Object Surveyor, que se lanzará en 2027, se busca acelerar la detección y caracterización de asteroides mediante observaciones en el infrarrojo, una herramienta clave para mejorar las predicciones de impacto y el diseño de estrategias de defensa planetaria.