Ciudad de México, México.– Una nueva etapa del prolongado conflicto entre Israel e Irán estalló el pasado 13 de junio, cuando el gobierno israelí lanzó una ofensiva militar contra instalaciones estratégicas iraníes, alegando que la amenaza nuclear de Teherán es ya “insostenible”. La operación, denominada León Naciente, marcó el comienzo de una escalada sin precedentes en Medio Oriente.

El ataque fue el primero de carácter abierto y directo entre ambas potencias regionales, y días más tarde se sumó Estados Unidos con bombardeos a tres instalaciones nucleares iraníes: Fordo, Natanz e Isfahán. Según el presidente Donald Trump, la acción fue un “éxito militar espectacular” y tuvo como objetivo “destruir la capacidad de enriquecimiento de uranio de Irán”.
La ofensiva, sin embargo, desató una reacción inmediata de Teherán.
“Esto es una grave violación del derecho internacional y del Tratado de No Proliferación Nuclear”, expresó el canciller iraní Abbas Araghchi. “Nos reservamos el derecho a responder con todas nuestras capacidades”, añadió.
¿Quién disparó primero?

Aunque el conflicto entre Irán e Israel lleva décadas en desarrollo, esta ronda de enfrentamientos se remonta directamente a los bombardeos israelíes del 13 de junio. El primer ministro Benjamín Netanyahu declaró en un mensaje televisado que “Irán está más cerca que nunca de obtener un arma nuclear” y que los ataques buscaban “garantizar la supervivencia del Estado de Israel”.
Fuentes diplomáticas señalan que la ofensiva fue una respuesta a múltiples incidentes previos, incluyendo el ataque iraní del 13 de abril a Israel en represalia por el bombardeo israelí de su sede diplomática en Damasco, donde murieron altos mandos de la Guardia Revolucionaria iraní.
No obstante, el ataque del 13 de junio constituye el primer movimiento militar ofensivo directo de esta nueva etapa, por lo que puede considerarse el inicio formal del actual conflicto armado. En ese contexto, EE.UU. actuó como aliado, pero no como iniciador.
Un conflicto de larga data

La rivalidad entre Israel e Irán no es nueva. Tras la Revolución Islámica de 1979, Teherán rompió relaciones con Tel Aviv y adoptó una postura abiertamente hostil, apoyando a grupos como Hamás y Hezbolá. Por su parte, Israel ha invertido décadas en evitar que Irán desarrolle armas nucleares, recurriendo incluso a sabotajes cibernéticos y asesinatos selectivos de científicos nucleares.
Este conflicto “en la sombra” se ha intensificado desde los ataques del 7 de octubre de 2023 por parte de Hamás contra Israel, que causaron 1,200 muertos. Desde entonces, Israel ha mantenido una guerra activa en Gaza y ha combatido a los aliados de Irán en la región.
Con la participación directa de EE.UU. y la destrucción parcial de las instalaciones nucleares iraníes, el conflicto escala a una dimensión sin precedentes. Irán ha prometido represalias, mientras que Israel se prepara para prolongar la operación militar “todo el tiempo que sea necesario”.
Los analistas internacionales advierten sobre una posible regionalización del conflicto, con el riesgo de que escale hacia una guerra abierta en todo Medio Oriente, involucrando a actores como Hezbolá en Líbano, los hutíes en Yemen y diversas milicias en Siria e Irak.