El caso ha generado conmoción no solo por la magnitud de los delitos atribuidos a esta célula, sino porque sus raíces se encuentran en las propias estructuras estatales. La información filtrada por el colectivo Guacamaya y documentos obtenidos tras el hackeo a la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena) confirman que Bermúdez, también conocido como “El Abuelo” o “Comandante H”, es señalado como líder de la organización, actualmente prófugo y con orden de aprehensión vigente.

¿Cómo surgió ‘La Barredora’?
Durante su paso por el gobierno de Tabasco (2019–2024), Bermúdez habría utilizado su cargo para dar cobertura institucional a operaciones delictivas, facilitar el otorgamiento de plazas a operadores y permitir el crecimiento de “La Barredora”, que originalmente nació bajo el nombre de “La Hermandad” o “Cártel Policiaco”.
Su segundo al mando, Ulises Pinto Madera, exjefe de escoltas y figura clave en la logística y operaciones del grupo, fue detenido recientemente. Ambos exfuncionarios fueron piezas centrales en la transición de una red de corrupción policial a un cártel independiente que controla rutas de droga, hidrocarburos, trata de personas y extorsión.

Red de operadores y expansión territorial
A la cúpula de “La Barredora” se sumaron figuras como Benjamín Mollinedo Montiel (“El Pantera”), Francisco Javier Custodio Luna (“Guasón”) y Daniel Hernández Montejo (“Prada” o “El H”), quienes dirigieron células en municipios como Huimanguillo, Cárdenas, Paraíso y Reforma (Chiapas).
La estructura se complementaba con actores logísticos como José del Carmen Castillo Ramírez (“La Rana”), Víctor Juárez (“Don Vito”) y Adder Michel Frías Morales (“El Croas”), responsables del manejo financiero, administración de bares y coordinación con funcionarios.

La diversificación criminal incluyó robo y venta de hidrocarburos, extorsión, trata de personas, tráfico de armas y distribución de drogas incluso dentro de cárceles, en colaboración con operadores como Belisario Martínez Silva (“El Barbas”), Tony Chelo (“El Juanto”) y los hermanos Olán Olán.
“La Barredora” ha logrado mantenerse gracias a una red de protección institucional que abarca funcionarios estatales, mandos policiales y, según reportes, vínculos con autoridades de la Fiscalía General de la República y la Guardia Nacional.
Además, la organización ha desarrollado una logística avanzada que incluye el uso de aplicaciones de mensajería cifrada, compartimentos ocultos en vehículos, pipas con doble fondo, empresas fachada y esquemas complejos de lavado de dinero mediante bares, gasolineras y lotes de autos.
Su sistema de reclutamiento, basado en jóvenes de zonas vulnerables como halcones y punteros, garantiza un flujo constante de mano de obra y dificulta el seguimiento de mandos intermedios.
Actualmente, “La Barredora” mantiene presencia en al menos cinco municipios tabasqueños, con redes en Chiapas y contactos en Veracruz y Campeche. Tras su ruptura con el Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG), se ha consolidado como un grupo autónomo que establece alianzas temporales con otras células delictivas para asegurar rutas y evitar operativos.