Mientras Trump busca posicionarse como el único líder capaz de frenar la guerra en Ucrania, Putin ya considera un triunfo el simple hecho de reunirse con el presidente estadounidense en suelo norteamericano, sin haber cedido nada en el campo de batalla.

“Tengo que dejar que ellos tomen esa decisión”, declaró Trump antes de aterrizar en Alaska, al ser cuestionado sobre un posible intercambio territorial entre Rusia y Ucrania. “No estoy aquí para negociar por Ucrania. Estoy aquí para sentarlos a la mesa”.
¿Por qué está en sus manos el futuro de Ucrania?
La invasión rusa de Ucrania en 2022 desató el mayor conflicto armado en Europa desde la Segunda Guerra Mundial y convirtió a Putin en un paria internacional. Sin embargo, su participación en esta cumbre representa un intento claro por reducir ese aislamiento y proyectar fuerza ante el mundo. La elección de Alaska como sede también le añade una carga simbólica: es la primera vez que un presidente ruso pisa este territorio, que perteneció al Imperio ruso hasta 1867.

Para Trump, por otro lado, la cumbre representa una jugada política de alto riesgo, pero también de gran recompensa. Su equipo ha buscado reducir expectativas, describiéndola como una “reunión de tanteo”. La secretaria de prensa de la Casa Blanca, Karoline Leavitt, la calificó como “un ejercicio de escucha para el presidente”.
A pesar de ello, Trump ya habla de una posible segunda cumbre, esta vez con la presencia del presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, y quizás de líderes europeos. Según él, esa reunión sería “más productiva que la primera”.
Los analistas coinciden en que Putin no tiene grandes incentivos para detener la ofensiva militar rusa en Ucrania, especialmente mientras sus tropas continúan ganando terreno, aunque sea lentamente. No obstante, el líder ruso tampoco puede permitirse romper la relación con Trump, quien durante años ha cultivado una retórica favorable hacia Moscú.
“Rusia no ve las negociaciones como una alternativa a la guerra, sino como un medio para lograr sus objetivos”, advirtió Richard Haass, exfuncionario del Departamento de Estado. “Su objetivo sigue siendo debilitar a Ucrania y socavar su soberanía”.
El Kremlin, en una jugada diplomática anticipada, ya ha extendido una invitación formal para que Trump visite Rusia próximamente.
¿Un posible alto el fuego? Trump busca margen de maniobra

Según fuentes cercanas a la delegación estadounidense, Trump ha optado por mantener una estrategia flexible, dejando espacio para decisiones de último minuto. Este enfoque se alinea con su estilo de liderazgo basado en la diplomacia personal y la improvisación, que ya utilizó durante las conversaciones fallidas con Corea del Norte en 2019.
Un escenario optimista contempla un acuerdo para una pausa parcial en los combates o una reducción de la intensidad de los ataques rusos. En el extremo opuesto, no se descarta que la reunión termine sin avances concretos —algo que, paradójicamente, no parece preocupar a Trump.
La presencia de altos funcionarios en Anchorage subraya la importancia de este primer encuentro. Trump está acompañado por el vicepresidente J.D. Vance, el secretario de Estado Marco Rubio y el secretario del Tesoro Scott Bessent. Vance ha sido una figura central en la definición de la postura estadounidense hacia Rusia y jugó un papel clave en la preparación de esta cumbre.

Del lado ruso, la delegación incluye al canciller Serguéi Lavrov, al asesor presidencial Yuri Ushakov, y a altos mandos militares, reflejando que, para Moscú, la negociación también tiene un componente estratégico-militar importante.
Trump no descartó que Ucrania pudiera recibir garantías de seguridad por parte de Occidente, aunque dejó claro que él no será quien decida los términos. A diferencia del enfoque de su antecesor Joe Biden —quien defendía la postura de “nada sobre Ucrania sin Ucrania”—, Trump ha optado por abrir el diálogo sin condiciones.
