Guanajuato, Gto.- Las Poquianchis, cómo fueron conocidas las hermanas proxenetas que tuvieron todo un imperio criminal desde 1954 a 1964, establecieron burdeles, fosas clandestinas y negocios, entre Jalisco y Guanajuato.

Sin embargo, Guanajuato fue el estado en dónde más se expandió su dominio, puesto que las casas de citas y los burdeles en aquel estado eran tolerados hasta cierto punto por las autoridades locales de aquel tiempo.

El imperio de las Poquianchis se extendió a los municipios del oeste de Guanajuato, como San Francisco del Rincón, Purísima del Rincón y León, en dónde sucedieron la mayoría de los crímenes y horrores.

Toda la historia de Las Poquianchis comenzó con el burdel, el “Guadalajara de Noche” en Lagos de Moreno, Guanajuato

Delfina González, abrió su primer burdel ubicado en El Salto (Jalisco) en 1945, después de haber recibido el dinero heredado de sus padres al fallecer, la mayor de las hermanas Gonzales Valenzuela, tomó la iniciativa de abrir el local a pesar de que, la prostitución estaba prohibida en Jalisco, por lo que, simuló tener una tienda de ropa, para evitar las sospechas.

La poca vigilancia y la regulación de estos establecimientos, hizo que esté sitio prosperará los primeros años, en dónde, Delfina y sus hermanas María del Carmen, María de Jesús y María Luisa, pudieron salir de la pobreza, a base de la explotación sexual de otras jóvenes mujeres, a quienes engañaron con promesas de darles un trabajo seguro para poder pagarles las prendas que debían a las hermanas Gonzales.

No obstante, todo era un engaño de las hermanas Gonzales, quienes obligan a las chicas a mantenerse bajo sustancias y bajo amenazas de muerte, las chicas eran custodiadas por hombres que impedían la huida de las chicas, muchas menores de edad.

En 1954, las hermanas Gonzales mudaron su prostíbulo a Lagos de Moreno, Guanajuato, en dónde el propio alcalde concedió los permisos para que el negocio operará como bar a cambio de favores sexuales, tapando el verdadero negocio que era el burdel clandestino.

Desde ese momento, el negocio comenzó su época de apogeo en dónde empezaron a salir otros negocios, y en León, Guanajuato abrió “El Poquianchis”, las hermanas además, se compraron una casa en Purísima del Rincón, y el rancho de San Ángel en San Francisco del Rincón.

El prostíbulo administrado por Delfina y María del Carmen, era el “Guadalajara de Noche” que estuvo activo mucho tiempo, podría decirse, que fue ahí en dónde inició la red de negocios que establecieron a las hermanas Gonzales, como las mujeres más peligrosas del país.

“El Guadalajara de noche” cerró después de que el lugar fuera cerrado después de varias multas, suspensiones y una riña, en dónde murió el hijo de Delfina en 1963.

Era 21 de abril de 1963, Ramón Torres, “El Tepocate”, quién falleció después de un presunto tiroteo dentro del lugar, algunas fuentes señalan que, “El Tepocate”, le disparó un oficial, por negarse a pagar una segunda ronda de tragos luego de mostrar un fajo de billetes, y este a su vez, contestó a la agresión.

Se cuenta que “El Tepocate” apoyaba a su madre a tener controladas a las chicas que trabajaban en este burdel. Tras su muerte, el negocio se vino abajo pues, pues, el otro negocio de “Las Barca de Oro”, también había cerrado meses antes.

La casa de las hermanas González estaba en Purísima del Rincón

Actualmente lo que era la casa de las Poquianchis, funge como una finca, dedicada a la producción del agave en Purísima del Rincón. | Archivo.

Asimismo, las hermanas González Valenzuela se establecieron en una finca ubicada en el municipio de Purísima del Rincón, está funcionó como hogar de las hermanas Gonzales, quienes administraban todos sus negocios turbios, y su red de trata.

El imperio de las Poquianchis, se conformó por agentes de la policía, por madrotas, y secuestradores, quienes custodiaban y torturaban a las chicas del burdel física como psicológicamente, a través de amenazas.

Actualmente el rancho, funciona como una finca dedicada a la siembra de agave, en una zona que actualmente se conoce como La Loma, a la altura de la comunidad del Tecolote.

“La Barca de Oro” o el “Poquianchis”, el famoso burdel de León, Guanajuato

“El Poquianchis” fue llamado posteriormente “La Barca de Oro”, este fue el burdel por el que las hermanas fueron conocidas como Las Poquianchis. | X (Twitter)

El burdel más conocido de las hermanas Gonzales Valenzuela, fue el burdel “El Poquianchis”, nombre que le dio el posterior título a las hermanas. Este sitio fue uno de los más famosos en la época, y era un burdel legal, en dónde acudían clientes variados, y hasta políticos.

El lugar prosperó y fue uno un escenario en dónde ocurrían toda clase de situaciones de la vida nocturna, en dónde se descubrieron asesinatos de clientes y de las chicas del burdel, corrupción de menores y algunos políticos entrometidos en el mismo burdel.

Motivo por el cuál, el lugar tuvo suspensiones, multas, inspecciones policiales, y diversos castigos, pero la impunidad legal, hizo que el burdel sobreviviera, y con ello, el imperio de las Poquianchis.

Tiempo después, el burdel cambiaría de nombre a la “Barca de Oro”, aunque, siempre se le conoció más por su nombre original, y nombre por el cuál, se le conocería posteriormente a las hermanas Gonzales, como “Las Poquianchis”.

Todo cambió cuándo en 1962 el Gobierno en Guanajuato, cambió de administración, y complicó el negocio para María de Jesús, que era quién administraba este burdel, pues las nuevas autoridades impulsaron una ley que prohibía las casas de citas.

Esta situación, provocó una serie de eventos que hicieron que el imperio de las Poquianchis, fuera para abajo, pues en poco menos de un año, el “Guadalajara de Noche”, también cerraría por una tiroteo que dejó en evidencia, los turbios negocios de las hermanas Gonzales.

En este momento no les quedó otra más que trasladar a las chicas y al personal, y concentrar toda su red ilegal a un rancho rural en San Francisco del Rincón.

El Horror del Rancho San Ángel, en San Francisco del Rincón

El Rancho de San Ángel, fue un sitio de muchos horrores, que fungió como fosa clandestina por los Poquianchis. | X (Twitter)

Si bien, el horror se vivió desde un comienzo con las hermanas Gonzales, los peores crímenes sucedieron en el Rancho de San Ángel en el municipio de San Francisco del Rincón, en dónde las chicas cada vez más famélicas y maltratadas, eran alimentadas ya solo con frijoles y agua.

La infraestructura por mantener el lugar y a las chicas iba en decadencia, muchas murieron asesinadas y enterradas ahí mismo por las propias víctimas.

La crueldad inhumana de las Poquianchis no conocía los límites, y el lugar, aún así, funcionó durante pocos meses como el último burdel clandestino de su imperio criminal.

En febrero de 1964, Catalina Ortega, una chica joven, engañada como muchas otras por las hermanas González, tomó la valentía de escapar del rancho, después de un descuido de los cuidados del predio.

Catalina, corrió y huyó de sus captores hasta llegar a la comandancia de la Policía Judicial de León, Gto, en dónde denunció que había varias chicas secuestradas en un rancho en San Francisco del Rincón en dónde se han cometido diversas atrocidades.

La investigación sobrevino al horror, y a las reunión de pesquisas, en el lugar fueron encontradas 15 chicas de entre 15 y 35 años, así como tres niños de entre 5 y 7, hijos de las mismas.

Ahí mismo, fueron las víctimas quienes señalaron las fosas clandestinas en dónde eran enterradas las chicas, así como de la cantidad de víctimas asesinadas durante los 10 años que perduró su imperio criminal, del cuál, las autoridades pudieron corroborar al menos 90, pero las cifras podrían apuntar a unas 150 personas.

Fue así como terminó el imperio de las Poquianchis, quienes fueron arrestadas en conjunto con sus cómplices, quienes fueron denunciados por las víctimas, una vez, que fueron rescatadas por la policía. y evaluadas por los servicios de salud de la entidad.

Con la nueva serie de Netflix, “Las Muertas”, próxima a estrenarse este 10 de septiembre en la plataforma de streaming, podremos ver algunas de estos lugares, en dónde se basó esta historia, inspirada en los crímenes de las Poquianchis, y en la novela de Jorge Ibargüengoitia.

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