Irapuato, Guanajuato.– Para Fernanda Valadez, originaria de Guanajuato, y Astrid Rondero, de Ciudad de México, el cine no es solo un medio de expresión, sino también una forma de resistencia. Ambas creadoras encontraron en Sujo un proyecto inesperado, que surgió mientras trabajaban en Sin señas particulares, su película anterior.

“Entendí que en las historias de los jóvenes, tanto los que emigran como los que se quedan, algunos que ya estaban en proceso de reclutamiento en ese momento, sobre todo en el huachicol, había relatos que era necesario contar: sus sueños, sus esperanzas, sus dificultades, el proceso tan difícil de crecer siendo un jovencito en esas condiciones. Entonces, cuando todavía ni siquiera habíamos filmado Sin señas particulares, surgió como un proyecto y como una especie de continuación de la reflexión que llevábamos haciendo durante varios años sobre la violencia”, recordó Fernanda Valadez.
Sujo narra la vida de un joven hijo de un sicario
Sujo narra la vida de un joven hijo de un sicario que, a pesar de su entorno marcado por la violencia, resiste y busca su propio camino. Al igual que su protagonista, Valadez y Rondero también resisten: lo hacen desde el cine independiente, sin el respaldo de grandes compañías, sin familias en la industria y enfrentando un panorama desigual para las mujeres cineastas en México.

Astrid Rondero recordó la importancia del rodaje en comunidades de Guanajuato: “La comunidad fue muy generosa, nos abrió las puertas y se involucró. Ese acompañamiento nos ayudó a sostener la película”.
Sobre la construcción del personaje, añadió:
“Yo creo que por eso Sujo tiene esa especie de esperanza. El reto era cómo contar la historia de un huérfano de nuestros tiempos y hacer un retrato de los retos actuales del país, pero sin caer en la inocencia narrativa. No queríamos que se entendiera como la típica película donde se dice: ‘si estudias, te va bien’, porque tampoco es cierto. Hay un montón de circunstancias que permiten que un chico pueda tener esa aspiración. Lo que nos parecía importante con Sujo es mostrar que México sigue siendo el México de la pobreza, de la violencia, de la penetración del narcotráfico, pero también el México de la universidad gratuita. Para Fernanda y para mí, esa lucha por la educación pública ha marcado nuestras vidas”.

Valadez y Rondero se han consolidado como una dupla creativa que desafía las reglas establecidas. Sus historias incomodan, pero también abrazan la ternura y la esperanza, confirmando que el cine puede ser un acto político, un refugio y una forma de resistencia.
El impacto de Sujo ha trascendido fronteras: fue reconocida con el Premio del Jurado en el Festival de Sundance 2024, en la categoría de Cine Internacional, además de proyectarse en Berlín, San Sebastián y Toronto. Todo ello ha consolidado a Valadez y Rondero como dos de las voces más relevantes del cine mexicano contemporáneo.

El Premio Ariel ha sido otro momento significativo para ambas cineastas, quienes recibieron los galardones a Mejor Dirección y Mejor Película. Para Rondero, este reconocimiento llega como un gesto histórico:
“Lo decíamos el otro día: el Ariel a mejor dirección y mejor película es muy importante para nosotras. Es la primera vez que una directora mujer gana por segunda ocasión en esa categoría. Si uno revisa la estadística, apenas en los últimos años hemos visto nombres de mujeres y equipos de mujeres premiados. Décadas atrás no existían cineastas mexicanas reconocidas en ese nivel. Sentimos que estamos aquí para quedarnos, y también sentimos mucha responsabilidad. Para nosotras el Ariel fue muy significativo, porque este año competimos contra una película enorme, de Netflix, y aun así nuestro cine independiente fue reconocido”.

En ese camino de resistencia, Valadez subrayó la relevancia del cine independiente y del trabajo colectivo con actores no profesionales:
“Me cambió la vida de muchas maneras. Yo creo que estamos en un punto de crisis en el mundo, donde el cine tiene cada vez menos impacto cultural y en cambio las series en plataformas son las más vistas. Pero también creemos que esas historias tienen una durabilidad menor, porque hay menos libertad creativa y menos compromiso para contar relatos realmente relevantes. Lo que permite el cine independiente es justo eso: dar voz a quienes normalmente no la tienen. Sujo fue muy demandante y, al mismo tiempo, profundamente reveladora. Nos enfrentó a nuestros propios prejuicios, incluso a ese clasismo que todavía existe en el cine, de pensar que los actores solo se forman en la Ciudad de México, como creadora originaria de Guanajuato, creo que hay que ser sensibles ante esa realidad: el talento está en todas partes, surge de distintas maneras”, recuerda Valadez.

Así, Sujo no solo cuenta la historia de un joven marcado por la violencia, sino también la de dos cineastas que se han abierto camino en un entorno desigual. Desde Guanajuato, Fernanda Valadez y Astrid Rondero han demostrado que el cine independiente mexicano puede nacer en comunidad, crecer en resistencia y brillar en el mundo.