Nicolás Maduro intentó escribirle una carta a Donald Trump. Ofreció ayudar al presidente estadounidense a detener a los criminales de la banda del Tren de Aragua. Incluso envió a sus propias tropas a desmantelar campamentos guerrilleros para contribuir en la lucha contra el narcotráfico.

Hasta ahora, el presidente venezolano no ha logrado que Trump detenga su campaña de presión, la cual busca señalar a Maduro como líder de un cártel.

El viernes, Estados Unidos destruyó el quinto barco en el Caribe en las últimas cinco semanas, bajo el argumento de que transportaba drogas con destino a sus costas.

Maduro midió con cautela su respuesta. Tras el primer ataque, cuestionó la veracidad del video del bombardeo más que el ataque en sí. Mientras tanto, continúa cooperando con Estados Unidos en otros frentes.

Pese a presiones de Trump, Venezuela no rompe la ‘colaboración’

Venezuela sigue recibiendo semanalmente aviones con migrantes estadounidenses deportados. Chevron, con sede en Houston, continúa extrayendo petróleo en colaboración con la productora estatal. En paralelo, representantes de Maduro mantienen contacto con algunos funcionarios estadounidenses y buscan comunicación con otros, según fuentes cercanas al asunto.

La incógnita es si una mayor cooperación en la guerra antidrogas de Trump será suficiente para apaciguar al mandatario estadounidense. Trump insinuó esta semana que su gobierno podría enfocarse en interrumpir el flujo de drogas por tierra, además de por mar.

EU contempla atacar sitios dentro de Venezuela vinculados al narcotráfico

Algunos funcionarios estadounidenses analizan la posibilidad de atacar sitios relacionados con el narcotráfico dentro de Venezuela, de acuerdo con las mismas fuentes, que pidieron anonimato por tratarse de información privada. Ese es un escenario que el líder venezolano desea evitar.

“Maduro intenta hacer todo lo posible para evitar una escalada”, declaró Geoff Ramsey, miembro sénior del Atlantic Council, con sede en Washington. “Es difícil creer que el presidente Trump esté dispuesto a provocar inestabilidad en Venezuela, y Maduro ve esa línea roja como una oportunidad para dialogar”.

La Armada estadounidense reforzó su presencia en el sur del Caribe con al menos ocho buques de guerra, un submarino nuclear, más de 4 mil soldados, aviones de combate, drones y aeronaves de vigilancia. Esta demostración de fuerza otorga a Washington la capacidad de vigilar y atacar objetivos dentro del territorio venezolano.

Venezuela defiende autonomía para combatir al narcotráfico

Caracas busca mostrar que combate el narcotráfico bajo sus propios términos. El ministro de Defensa, Vladimir Padrino, emitió a principios de septiembre un mea culpa público al reconocer que el gobierno no difundía lo suficiente su lucha antidrogas. Desde entonces, transmite semanalmente mensajes en los que participan altos mandos de las Fuerzas Armadas y se narran las operaciones más recientes.

El jueves, Padrino presentó explosiones a gran escala en lo que describió como laboratorios de drogas con cocaína, armas de fuego y detonadores a lo largo de la frontera occidental con Colombia.

Afirmó que los campamentos eran operados por miembros de las guerrillas colombianas FARC y ELN, una inusual admisión de parte de un funcionario de Maduro sobre la presencia de dichos grupos en Venezuela.

Evan Ellis, profesor de la Escuela de Guerra del Ejército de Estados Unidos, indicó que las operaciones podrían reflejar tanto un esfuerzo por controlar la frontera como un intento de apaciguar a la administración Trump, al demostrar que el gobierno actúa contra grupos que representaron un problema en el pasado. Añadió que impedir el cruce de drogas desde Colombia serviría de poco, ya que cada vez más la producción se realiza en laboratorios dentro de Venezuela.

El problema para Maduro es que su buena voluntad no le ha dado resultados. En una conferencia de prensa el 15 de septiembre, afirmó que las conversaciones con la administración Trump están “interrumpidas” y acusó a Estados Unidos de ejercer “amenazas y chantajes”.

No obstante, aclaró que las comunicaciones “no eran nulas” y mencionó los diálogos sobre migración con el encargado de negocios estadounidense para Venezuela, John McNamara.

Uno de los principales obstáculos para Maduro es que enfrenta cargos por narcotráfico en Estados Unidos. El gobierno de Trump lo identificó como líder del grupo conocido como Cártel de los Soles. En 2020, un gran jurado lo acusó formalmente por narcotráfico durante el primer mandato de Trump. Este año, el gobierno aumentó a 50 millones de dólares la recompensa por información que lleve a su captura. Maduro niega las acusaciones.

“La administración Trump está convencida de que el régimen es criminal y está tan ligado a organizaciones de narcotráfico y grupos terroristas extranjeros que no puede separarse de ellas. Consideran que Maduro realizando operaciones antinarcóticos es un oxímoron”, afirmó Ryan Berg, director del Programa de las Américas en el Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales, con sede en Washington.

Mientras tanto, Maduro utiliza propaganda para movilizar a sus seguidores contra la presión estadounidense. La televisión estatal lo muestra en uniforme militar junto a tropas de élite con rifles rusos, mientras el ministro del Interior, Diosdado Cabello, entrena a jóvenes del partido en carreras de obstáculos. En los anuncios, héroes independentistas generados con inteligencia artificial instan al alistamiento, y pescadores declaran que dejarían sus redes para tomar las armas si fuera necesario.

“Cuanto más se prolongue este despliegue y más evidente resulte que los líderes militares de Venezuela no derrocarán a Maduro, Washington deberá decidir si intensifica la ofensiva o declara la victoria y sigue adelante”, concluyó Ramsey del Atlantic Council.