Los creadores de contenido banalizan y hasta caricaturizan la desigualdad social. ¿Hay una verdadera reflexión detrás del trend ‘Ojitos mentirosos’?
El cine hollywoodense representa al México jodido en color sepia. En el ámbito nacional, películas como ‘Nosotros los pobres’ (1948), ‘Los olvidados’ (1950), ‘Los caifanes’ (1967), ‘Mecánica nacional’ (1972), ‘Lo que importa es vivir’ (1987), ‘Amores perros’ (2000), ‘Perfume de violetas’ (2001), ‘Roma’ (2018) entre otros ejemplos, muestran la crudeza de la desigualdad social y la pobreza en nuestro país.
‘Chicuarotes’, dirigida por Gael García, se sumó en 2019 a la lista, sin ninguna aportación que destaque. Sin embargo, la cinta inspiró uno de los trends de TikTok más populares recientemente.
Me refiero a todos esos videos donde jóvenes maquillados como payasos exhiben escenarios precarios, mientras al fondo suena ‘Ojitos mentirosos’, cumbia de la agrupación Tropicalísimo Apache. El trend busca visibilizar zonas marginadas, reivindicar la cultura del ‘barrio’, denunciar las carencias y discriminación que enfrenta un gran sector de la población.
La intención es buena, pero como en toda dinámica de las redes sociales, lo prioritario son los likes, las visualizaciones y una posible monetización. El trasfondo se perdió en cuestión de días. Quizá la corta vida de la gran mayoría de los contenidos virales no sea idónea para abordar discusiones serias.
Pobreza ‘aesthetic’
¿Por qué ‘Chicuarotes’? La película habla de dos jóvenes que viven en Xochimilco; la violencia y la pobreza los orillan a delinquir. No se trata de una historia extraordinaria: lenguaje soez, jugueteo con el humor negro, una atmósfera oscura y otros clichés, generan cierta sensación de ‘deja vu’, de estar frente a una trama que se ha contado una y otra vez.
A nivel creativo, ‘Chicuarotes’ es superada por películas como ‘Ya no estoy aquí’ (del mismo año).
Pero esa falta de originalidad no es el principal problema. De pronto es difícil empatizar con los personajes debido a lo acartonado y estereotipado de su construcción.
Los protagonistas, Cagalera y Moloteco, solo aparecen maquillados como payasos en los primeros minutos de la película. Solo Moloteco retoma la caracterización en otros momentos, encarna la paradoja del payaso triste.
En pocas palabras, el trend de TikTok tomó de la película solo un aspecto estético, un detalle que dentro del propio guión pierde relevancia.
Antes de conocer el origen del fenómeno ‘Ojitos mentirosos’, pensé que era un ‘revival’ de otro trend, popular hace más de cuatro años, en que los internautas exponían situaciones que los hicieron quedar en ridículo (por lo general, referentes a cuestiones sentimentales).
Notas periodísticas al respecto me aclararon que se trataba de una denuncia social. Y entonces pensé en los payasos antisistema de la película ‘Joker’, el movimiento en contra de las clases altas (“todos somos payasos”) inspirado por el personaje de Arthur Fleck (Joaquin Phoenix).
Tras averiguar que la referencia correspondía en realidad a ‘Chicuarotes’, decidí ver la película y así llegué a las conclusiones aquí expuestas. Hay poca relación entre la obra de Gael García, la canción de Tropicalísimo Apache y el objetivo de los miles de videos de esta tendencia. Pero poco a poco nos habituamos a lo random, al sacrificio del sentido para priorizar el contenido, y a la crítica superficial de los temas profundos; esta tendencia cumple con todos estos elementos.
Pobreza redituable
En 1995 la banda británica Pulp lanzó al mundo ‘Common people’. “Ríete con la gente común, ríete aunque se rían de ti y las estupideces que haces porque crees que ser pobre es cool”, nos dice la canción.
Con el paso de los días, usuarios de TikTok involucran cada vez más producción a sus videos de ‘Ojitos mentirosos’. La idea perdió su espontaneidad. Eso no es lo grave, es el ciclo de vida de todo trend. Lo preocupante es la banalización de una problemática social en este país donde 38.5 millones de personas viven en situación de pobreza, 7 millones de ellas en pobreza extrema.
Esas cifras no importan a los creadores de contenido. Los números que les preocupan son los que aparecen debajo de sus publicaciones: cuántos miles o hasta millones de vistas y likes pueden alcanzar.
Pensemos en los niños y adultos que de verdad trabajan como payasos en autobuses y cruceros. Su realidad (por completo ajena a la de los influencers que toman un celular y se graban caracterizados) no es un chiste ni una moda; su maquillaje no es un disfraz, sino la identidad que la desigualdad social los obliga a adoptar.
De la misma forma en que el cine, series y telenovelas (recordemos a Thalía con la cara pintada en ‘María Mercedes’) han explotado por años la pobreza, las plataformas digitales la convierten en un producto y la caricaturizan. El México jodido siempre será semillero de las historias más violentas y sensibleras, historias que venden.
Este tipo de representación no abona a una conversación seria, no aporta soluciones, no genera reflexiones. Es tan vacía y fácil como el filtro color sepia que utilizan los cineastas extranjeros para mostrar a nuestro país.
El único beneficiado con este trend, hasta el momento, es el poseedor de los derechos de la canción ‘Ojitos mentirosos’, que este fin de semana se colocó entre las 50 más escuchadas de Spotify.
LO SUPERFLUO: El trend de ‘Ojitos mentirosos’ surgió con muy buenas intenciones.
LO PROFUNDO: De buenas intenciones está empedrado el camino a la efímera viralización.