Irapuato, Gto.- De noche, entre tumbas y silencios, Don José Rangel Ramírez, a quien todos conocen como “El Vela”, recorre los pasillos del Panteón Municipal de Irapuato. Desde hace tres años es el guardián nocturno del lugar, el encargado de velar por los difuntos y cuidar que nada ni nadie perturbe la calma del camposanto.

Acompañado por sus inseparables compañeros, seis perros que él llama sus niños, el Vela asegura que ellos son su verdadera compañía y protección.

“Aquí está pesado en la noche, este bisne… yo nunca he visto nada, hasta ahora. Pero no ando solo, siempre traigo a mis niños, así les digo yo”, cuenta.

Entre sus fieles guardianes están Duque, Princesa, Luces, Paloma, Luna, Mili y Coco de Nieve, quien recientemente fue mamá. Todos, dice, tienen su carácter y su misión: acompañarlo en las largas noches y alejar las malas energías.

“Ellos me cuidan mucho, son fieles y no se mueven de donde me resguardo del frío. Me espantan las malas energías, y será por eso que no veo ya nada raro”, asegura con una sonrisa tranquila.

Hasta ahora, El Vela afirma que nunca ha visto nada que lo espante o asuste. Cree que quizá “hay que tener dones” para poder ver lo que otros dicen haber visto, pero mientras tanto —dice— él camina tranquilo entre las tumbas, acompañado por sus perros y el silencio de la noche.

Aunque no teme a los muertos, sí se cuida de los vivos. “Muchos vienen a hacer cosas malas, a veces magia negra. Se esconden entre las tumbas y llegan de noche, por eso hay que estar al pendiente”, comenta.

Entre ladridos, murmullos del viento y el resplandor tenue de las veladoras, el Vela y sus perros permanecen alerta, cuidando un lugar donde la muerte descansa.