Uno de los pendientes que le queda en el tintero al presidente López Obrador en los últimos meses de su gobierno —y tal vez, uno de los más lastimosos— tiene que ver con el caso de los cuarenta y tres estudiantes de la Escuela Normal de Ayotzinapa. El mandatario que prometió cuando andaba en campaña resolver el asunto de la desaparición. Ahora, al final de su gobierno, parece que se olvidó de su promesa y  lo único que quiere es darle carpetazo a esa papa caliente. No va a poder. Los padres no olvidan y en medio de un clima crispado, otro estudiante de la misma institución resulta baleado por policías en las proximidades de Chilpancingo.

Vaya lío. Mientras padres y madres llevan a cabo protestas en la Ciudad de México y le reclaman al presidente por la falta de progresos en la resolución del caso y las fallas en las respuestas sobre la desaparición de los cuarenta y tres muchachos en 2014, los ánimos van subiendo de temperatura. Las protestas se han recrudecido estos días, justo cuando el país va entrado de lleno en la campaña electoral. Encima, otro muerto y un enigma más.

Como si tuviera pocos problemas, el conflicto entre el presidente y los familiares y compañeros de los normalistas se agrava. El nuevo incidente con otro estudiante de Ayotzinapa crispa más el ambiente. Los esfuerzos en torno a las investigaciones puestas en marcha en el mandato de Andrés Manuel López Obrador para cumplir sus promesas de campaña y llegar a la verdad de lo sucedido aquel mes de septiembre no han aportado nada nuevo.

La esperanza de enterarnos de lo que sucedió hace casi 10 años, se ha estrellado con un muro de obstáculos que se rodea de una gruesa cortina de humo.  El Ejército, con quien el presidente tiene tantos nexos y a quien ha favorecido tanto, es la institución a la que los afectados reclaman documentos que supuestamente esclarecerían los hechos. Se sigue en la penumbra.

La situación se puso color de hormiga porque la gente siente que el presidente no les hace caso. Un grupo de estudiantes que viajaron a la Ciudad de México desde Guerrero. Están muy enojados por la falta de resultados y  las nulas respuestas —las que se han dado son muy similares a las que se dieron en el pasado—, derribaron una puerta del Palacio Nacional. Los hechos sucedieron justo en esos momentos en los que AMLO ofrecía una conferencia de prensa.

El mandatario calificó los hechos como una “vulgar acto de provocación” y lo quiso circunscribir a la campaña electoral, como un ataque de sus adversarios.  Como si no fuese suficiente para esta olla de grillos, la noche del jueves, un estudiante de la escuela de Ayotzinapa fue asesinado en la capital de Guerrero al ir en un vehículo, supuestamente robado. El muchacho era Yanqui Kothan Gómez Peralta, de 23 años y no iba solo, otros cuatro que iban con él vehículo. Hay uno detenido sin que se sepa qué pasa con él ni en qué estado se encuentra. Los demás implicados fueron liberados. Hay muchas preguntas.

Se le echa más leña al fuego en un caso turbio. La solución se ve tan complicada y la aguja sigue perdida en ese pajar. Es lo malo de andar en campaña, prometiendo lo que no se podrá dar. En los tiempos electorales y en la primera etapa del del mandato de López Obrador, los padres de los desaparecidos vieron con optimismo un escenario propicio para la resolución de este caso. Creyeron que sería posible dar con el paradero de los estudiantes y hacer justicia. Sin embargo, el tiempo se encargó de darle peso a esa promesa y ha ido acabando con aquella esperanza.

La desilusión tras el informe gubernamental donde se les daba por muertos prendió los ánimos. Hasta ahí se llegó. Las protestas por su causa siguen. Exigen investigaciones para resolver el caso, tal como les prometieron. El presidente pone orejas de pescado. Ellos derriban de la puerta del Palacio Nacional. La muerte del normalista este jueves en Guerrero, así como las declaraciones del presidente han aumentado la presión.

Ayotzinapa, otra vez: otro misterio, otros estudiantes, otra situación poco clara. ¿Qué andaban haciendo por Chilpancingo con un vehículo robado?  Muchas preguntas y da la impresión de que nunca habrá la luz sobre el tema viejo y tal vez, tampoco sobre el nuevo. Pasará, como pasó: que el tiempo cubra de silencio y sombras sin que se logre hacer justicia plena. Pero los normalistas y los familiares de Ayotzinapa no se dan por vencidos. Están ahí, poniendo el dedo en el renglón, recordándole al presiente que el Estado es responsable de investigar y llevar ante los tribunales a los responsables de los terribles acontecimientos que no se pueden quedar en el olvido.