Salamanca, Guanajuato.- El albergue Casa Alegra, en Salamanca, con 18 años de funcionamiento, ofrece atención a niños, niñas y adolescentes que viven en situación de vulnerabilidad por la violencia generada por su propia familia o red familiar. Actualmente atienden a 10 menores de entre 9 y 12 años de edad —3 niñas y 7 niños—, informó su titular, Jessica Arévalo, quien recordó que estos niños institucionalizados, por primera vez, tienen un juguete, una cama y tres alimentos al día. Señaló que, si la población desea apoyar, se agradece cualquier tipo de ayuda, pues este espacio funciona como un hogar que requiere de todo.

Este albergue tiene capacidad para 16 niños y trabaja bajo el modelo de atención de la Procuraduría Estatal de Niñas, Niños y Adolescentes, el cual fue modificado y ahora solo permite brindar atención a menores de 6 a 12 años. En la actualidad, se atiende a 10 menores, cada uno con necesidades particulares; la mayoría se encuentra bajo tratamiento médico.

En Casa Alegra se requieren principalmente productos perecederos y no perecederos. En esta temporada navideña esperan que la ciudadanía apoye para que los niños reciban su regalo del Niño Dios y de Reyes, así como medicamentos, insumos de limpieza y artículos de higiene personal y general.

Arévalo señaló que esperan el acompañamiento de los salmantinos. Aunque reciben niños de cualquier municipio del estado de Guanajuato, se les atiende por igual. Cada mes, a través de redes sociales, informan qué insumos necesitan, pero cualquier donación es bienvenida: manzanas, plátanos, huevos o lo que la gente pueda aportar; “nunca está de más, los niños comen muy bien gracias a Dios”.

Los voluntarios impulsaron dinámicas recreativas que reunieron a familias de la zona. Foto: Cuca Domínguez

También destacó que, aunque algunas personas no cuentan con recursos económicos, acuden a enseñarles a leer o apoyarles con las tareas. “Todos tenemos la tarea de participar. Lo más valioso es sentir el acompañamiento de la sociedad civil, que ha pasado por situaciones difíciles como todos, pero afortunadamente Casa Alegra sigue de pie. No con abundancia, pero nunca hemos dejado de pagar nada, gracias al apoyo de personas, jóvenes y empresas que siempre participan”.

“Ojalá que en Salamanca existan más organizaciones civiles, porque somos pocas y contadas las que estamos legalmente constituidas”, precisó.

Explicó que este hogar enseña a los menores a vivir en un ambiente libre de violencia.

“Se dice fácil, pero es todo un proceso: que el niño aprenda a recibir una caricia, a que le hablen por su nombre y, si es posible, con cariño; que vaya por primera vez a la escuela, que reciba zapatos nuevos, que duerma en una cama, que tenga un cepillo dental”.

En este espacio se inicia un trabajo desde el primer día para que los niños se sientan seguros, cómodos, amados y respetados, acorde con su edad.

“Hay niños de 10 años que no saben leer, y es cierto; por eso se les empezará a enseñar, y con ello comenzarán a sentir que existen, que son amados y cuidados. Esto se logra entre todos, porque Alegra no podría funcionar, no existiría sin la solidaridad de toda la gente”, puntualizó.