Guanajuato, Gto.– Las Poquianchis han maquinado una serie de planes atroces mediante los cuales consolidaron un imperio de poder y riqueza durante dos décadas. Su historia ha perturbado a muchas generaciones hasta la fecha. Aquí te contamos desde el inicio cómo fue que se posicionaron como uno de los grupos criminales más relevantes del país y en qué terminó su historia.
Las hermanas González Valenzuela sometieron por veinte años a cientos de mujeres jóvenes, muchas apenas eran niñas cuando comenzaron a ser explotadas en las cantinas y burdeles. Guanajuato y Jalisco fueron los estados en donde se llevaron a cabo los crueles negocios del clan. Algunas de las casas que de antaño les pertenecieron siguen en pie.

1945: el primer burdel en El Salto, Jalisco
La líder de las hermanas, Delfina, abrió el primer burdel en El Salto, Jalisco, con ayuda de la herencia de sus padres. Se aprovechó de la nula inspección de las autoridades en relación a la prostitución y engañó a muchas jóvenes prometiéndoles un trabajo de empleadas domésticas.
La madrota contó con la ayuda de su hermana María del Carmen, quien había hecho estudios en contabilidad y se encargaba de la parte de las finanzas y permisos. Gracias a ella, la cantina dejó de ser clandestina y ambas se rodearon de la protección de policías quienes además eran clientes frecuentes del prostíbulo.
El hijo de Delfina, Ramón apodado ‘El Tepo’ vigilaba a las víctimas y controlaba las riñas que se daban entre los clientes. No obstante, una noche unos agentes se encontraron con él cerca del lugar y lo atacaron hasta quitarle la vida. Delfina obtuvo su venganza al contratar a unas personas que hicieron pagar a los victimarios de Ramón.

El lugar estuvo activo durante muchos años hasta que los elementos de seguridad tuvieron que cerrarlo a causa de aquella grave disputa que acabó con ‘El Tepo’. Por esta razón, la hermana mayor trasladó el establecimiento a Lagos de Moreno y lo nombró como ‘El Guadalajara de noche’, teniendo gran éxito entre los clientes y recuperándose de la anterior clausura.
1949: María del Carmen fallece a causa del cáncer
Este año significó una crisis para las hermanas y su negocio, pues la mayor, María del Carmen, murió de cáncer. Después de la pérdida, Delfina tuvo que contratar a otras personas para llevar la contabilidad.
No pasó mucho tiempo para que la líder se volviera a reponer e incluso se enriqueciera aún más con el traslado del negocio que habían cerrado.

1954: El ‘Guadalajara de noche’ en Lagos de Moreno
La mudanza del negocio favoreció notablemente a la proxeneta, pues su localización privilegiada en medio de una alta afluencia de personas por las festividades le permitió aumentar de clientes. En ese tiempo se celebraba la feria en Guadalajara, por lo que muchas personas que visitaban el municipio se sintieron atraídos por la casa de citas, la cual permitía rentar cuartos para parejas. El propio alcalde municipal concedió permisos para que el sitio operara como un bar a cambio de favores sexuales.
Sin embargo, cuando la feria terminó, Delfina volvió a mudar el burdel, esta vez a San Francisco del Rincón en Guanajuato pues en esta región no se criminalizaban a las casas de citas.

1956: La fundación del burdel en San Francisco del Rincón, Guanajuato
Una vez instalada en el municipio guanajuatense, se hizo de cómplices y trabajadores a quienes mandaba a engañar o directamente secuestrar a niñas de 13 años de rancherías cercanas, como la comunidad de San Ángel.
En ese entonces, la líder decidió aliarse con su hermana María de Jesús quien también tenía una red de explotación sexual. Al juntarse unieron sus capitales para expandir el negocio a más municipios de Guanajuato.

1957: ‘La Barca de Oro’ en León fue la casa que las bautizó como ‘Las Poquianchis’
Una vez que María de Jesús y Delfina se ayudaron mutuamente a expandir el imperio criminal, fundaron el burdel ‘La Barca de Oro’ en León. El inmueble, antes de convertirse en otro prostíbulo, le pertenecía a un hombre conocido como ‘El Poquianchis’ y de ahí viene el famoso apodo de ‘Las Poquianchis’ para las hermanas, el cual no era de su agrado.
Mientras este local operaba exitosamente sin ser perseguido por las autoridades, otra de las hermanas llamada Luisa también se dedicaba a ser proxeneta de sus propios establecimientos en Tamaulipas y les pedía a María de Jesús y Delfina que le mandaran más jóvenes para prostituirlas.

1957-1962: El auge de ‘Las Poquianchis’
Durante aquellos años, todos los burdeles de las hermanas generaron muchas ganancias, pues tenían gran afluencia de clientes de muchos estados. A estas casas de citas también acudían políticos y empresarios, quienes pagaban altos precios por los favores sexuales de las jóvenes. Mientras tanto, ellas ya tenían todo un sistema para reclutar a más y más mujeres que les trabajaran forzadamente.
Después de esta buena temporada para las Poquianchis, las autoridades descubrieron sus prácticas ilícitas y les clausuraron todos los establecimientos. A consecuencia de esto, ellas adquirieron el rancho ‘Loma del Ángel’ y lo transformaron en un escenario de trata, como hicieron con las casas anteriores.

1963: El último año del imperio de las Poquianchis
Las hermanas González Valenzuela se valían de distintos trabajadores y madrotas a quienes ellas mismas capacitaban para manipular y secuestrar mujeres. Les pedían que fueran a las comunidades más marginadas a buscar jóvenes que consideraran atractivas.
Cuando las chicas alcanzaban los 25 años, las victimarias forzaban a sus compañeras más jóvenes a golpearlas hasta la muerte. Quienes lograban sobrevivir eran obligadas a ser cómplices de las Poquianchis.

Desde la apertura del primer burdel hasta el último que terminaría con su imperio, las jóvenes eran maltratadas, vejadas, violadas y privadas de sus necesidades básicas. Su única comida al día eran tortillas secas y un plato de frijoles, además vivían en hacinamiento.
Delfina las controlaba también económicamente al venderles productos de higiene personal y ropa, para tenerlas trabajando hasta que pagaran la deuda. Como era de esperar, las jóvenes nunca podían saldar dicha deuda puesto que no tenían un salario.
1964: Las Poquianchis son capturadas gracias a Catalina Ortega y quedan expuestas por ¡Alarma!
En ese año pasaría el evento que sepultó finalmente la red de tráfico de personas, homicidios, feminicidios y abusos de las hermanas González Valenzuela.

En 1964, la joven Catalina Ortega fue engañada para trabajar en un burdel de León, en donde vivió el funesto destino de muchas otras chicas. Sin embargo, no pasó un año para que lograra escapar por un descuido de sus custodios y huyera a pedir ayuda con la policía judicial del municipio.
Catalina denunció a las Poquianchis ante las autoridades, también señaló que en el otro establecimiento de San Francisco del Rincón operaba la trata y la explotación sexual. Gracias al testimonio de la chica, las autoridades realizaron un operativo para encarcelar a las hermanas e investigar todo el caso, pues estaban implicadas personas en el poder. Los elementos de seguridad detuvieron a Delfina y María de Jesús González, también a María Luisa posterior a su intento de huída.

Fue entonces cuando la prensa interrogó a las cientos de mujeres que vivieron un calvario con las proxenetas. Especialmente la revista local ¡Alarma!, quien recopiló muchas entrevistas con ellas y volvió el caso mediático de forma masiva.
Las chicas no dudaron en delatar a las figuras de poder político de los estados de Guanajuato y Jalisco que estaban aliados con las Poquianchis. Asimismo, se descubrieron las fosas clandestinas de los ranchos en donde estaban los cuerpos de las mujeres asesinadas, los cuales se sospecha eran 150 en total.

Este caso tan cruel como impactante ha dejado un precedente en México respecto a la violencia de género, la trata de personas, la explotación laboral y la corrupción. Se le han hecho cientos de investigaciones, artículos académicos, análisis e incluso películas y libros, por ejemplo, ‘Las muertas’ de Jorge Ibargüengoitia.
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