León, Gto.– Hasta hace cinco minutos, un grupo de hombres instalados en la grada sur había transitado por el estado más puro de un aficionado a la lucha libre mexicana; entre mentadas de madre, ‘galones’ de cerveza y una pachanga contagiosa que ha llamado la atención de todo el Domo de la Feria de León.

Después, han sucumbido ante los ‘encantos’ de Dulce Gardenia.

El pancracio mexicano es aquello que permite la contraposición y reta a la lógica. Por un lado, son repetitivo los gritos catalogados como homofóbicos -e incluso penalizados- en otras disciplinas como el futbol. Y por otro, ese mismo griterío se vuelve un combustible generador de aplausos para rudos y técnicos por igual, mientras el exótico de la función se convierte, al unísono, en el más laureado de la noche.

Un ‘dulce’ fenómeno

No es ni siquiera la pelea estelar de este anochecer en el regreso del Domo de la Feria de León como epicentro de la lucha libre. Se trata apenas de la antepenúltima lucha programada en un cartel encabezado por estrellas como Místico y su ‘continuador’ Máscara Dorada, o Atlantis Jr. y Soberano Jr. Pero eso no importa. Un tipo afeminado, coherente y con carisma bárbaro, es capaz de echarse al hombro a la arena un sábado por la noche, como lo hizo Juan Gabriel ante los ‘más machos’.

Si bien se dice que el cantante juarense lograba que, sin importar las preferencias, todos le aplaudieran y se unieran a los coros; “¿Quién se quiere casar conmigo?”, decía, y más de un hombre heterosexual y casado levantaba la mano, Dulce Gardenia podría simbolizar el ser el continuador de ese fenómeno… pero sobre los encordados.

unque no era la estelar, la presencia del exótico unificó al público entre aplausos, sorpresas y un ambiente festivo que reafirmó la inclusión dentro del pancracio mexicano.

No sólo por el apoyo incondicional de un grupo de hombres que pagaron más de 800 pesos por boleto y unos tantos cientos en cervezas durante la función que les ha servido de festín. Sino por la totalidad de la ‘arena acondicionada’ que se ha entregado al luchador -coahuilense- personificado por Javier Márquez Gómez, de 33 años, y que resultara el ganador de un trofeo de patrocinadores en la función luego de vencer a grandes candidatos Averno, Villano III Jr., Dragón Rojo Jr., entre otros. Al tomar el micrófono para agradecer, se comprueba que se trata de un tipo bienquerido.

Dulce Gardenia saltó al ring como es una costumbre con el coro de ‘Todos me miran’ de Gloria Trevi, y que cumplirá 20 años de su lanzamiento durante el siguiente 2026; “Y me solté el cabello, me vestí de reina, me puse tacones, me pinté y era bella”. Con el sólo caminar al ring, el público ha explotado en sintonía. No sólo los amigos de la grada azul. También, ha logrado ‘unificar’ el apoyo a través de mujeres, los más jóvenes y quienes lejos de incurrir en actos homofóbicos, vuelven que el discurso se convierta en algarabía y sintonía para el acompañamiento de un ídolo.

“Beso, beso”, le pide un efusivo niño situado en una de las esquinas del Domo de la Feria, para que éste cobre revancha ante la ‘maldad’ de los rudos. Esto mientras un tipo transita el pasillo central del lugar ofertando sus tortas de carnitas que, al parecer, no se han vendido como debiera; “Aquí están las pinches tortas de carnitas (…) ya se van a acabar las luchas y las putas tortas no”, grita en diversas ocasiones.

Hay espectáculo por todos lados: en el ring se ha alcanzado el pico de la gala con esa antepenúltima lucha, donde Gardenia ha comprobado que los prejuicios ‘esperan’ de la puerta hacia afuera, mientras que el graderío ha encontrado en ‘el tortas’ a un nuevo personaje, que no lucha, pero cómo personifica.

El plus lo ha entregado Místico en su regreso que, aunque no fue por mucho, en la mejor lucha de la noche, sí tuvo el atrevimiento de tomar el micrófono, reconocer al respetable y darse el tiempo para recordar a El Hijo del Perro Aguayo, Black Warrior o Héctor Garza, así como dar pie a lo que bien podría ser un relevo generacional con Máscara Dorada. Quizá el ídolo de plata se adelanta al adiós mientras Kemonito, Kemalito y Dulce Gardenia, comprueban que la lucha libre mexicana tiene aires de inclusividad, no está ‘cerrada’ y no es para unos pocos.

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