Irapuato, Gto.- Desde Irapuato, Omar Hidrogo, artista visual, ha encontrado en el arte no solo un trabajo, sino una manera de transitar por la vida. A sus 42 años, su trayectoria está marcada por la constancia, la curiosidad y una pasión que lo acompaña desde la infancia. Todo comenzó con la fascinación por los materiales artísticos, hasta convertirse en su vocación y en el lenguaje único con el que habita el mundo.

“Desde niño tuve la inquietud de dibujar. Lo hacía en todos lados. Cuando conocí los materiales artísticos me fascinaron. En casa no había posibilidad de inscribirme a clases o talleres, pero aun así nunca dejé de hacerlo”, recuerda.

Ese impulso lo llevó años más tarde a la Universidad de Guanajuato, donde estudió Artes Visuales. Ahí descubrió un universo distinto, lleno de retos e inspiración. “Me sentí muy afortunado, eso me impulsó muchísimo. Llegué con una idea y me encontré con personas mucho más talentosas que yo, pero lejos de desmotivarme, me inspiraron. Mis maestros supieron ver en mí ciertas cosas y me motivaron mucho”, relata.

Hoy, Omar se dedica de lleno a la creación artística, un camino que describe como desafiante pero profundamente gratificante. “El arte tiene muchas dimensiones: puede ser un oficio, un trabajo, un ejercicio filosófico. Actualmente realizo obras por encargo y también proyectos personales. Estoy contemplando una exposición para el próximo año. Esa mezcla me parece fundamental, porque el arte es multidimensional, vasto y humano”.

Su obra refleja lo que lo habita, lo que pulsa en sus entrañas. En cada pieza comparte fragmentos de sí mismo y los deja abiertos a la interpretación del espectador, quien a veces le devuelve sorpresas inesperadas.

“La obra cambia conforme uno madura, vive, pierde y recupera cosas. Todo eso se refleja en lo que haces. Lo bonito es que este reflejo funciona como un diario donde se van contando historias. Los personajes mutan, evolucionan, como uno mismo”, explica.

Su producción avanza y se transforma con él: a veces aves, a veces cuervos, autorretratos o símbolos que emergen de su cotidianidad y de su contexto. Su obra es diversa y cambiante, como lo es su andar.

“Vivir del arte es una aventura. Es la primera vez que hago un emprendimiento así, llevo dos años dedicándome solamente a esto. Hay días en los que como solo frijoles, tortillas y café, pero me siento feliz porque estoy haciendo lo que quiero, y sé que cada vez lo hago mejor. Estoy aprendiendo de finanzas, de organización, y me siento en una aventura total. El estudio exige mucho, a veces es cansado, pero siempre lo hago con una sonrisa, aunque termine agotado”, comparte entre risas.

El arte lo ha llevado a logros significativos y a encuentros con figuras como Juan Pablo Rico, curador español, además de participar en proyectos de arte, galerías, y representación de su talento dentro y fuera del estado y del país. Además de compartir ahora sus conocimientos a través de la docencia, donde ha formado nuevas generaciones de artistas de los cuales se siente orgulloso.

La historia de Omar Hidrogo refleja la valentía de quienes apuestan por el arte como forma de vida: un espacio donde conviven la disciplina, la creatividad y la búsqueda constante de nuevas formas de expresión.

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