Guanajuato, México.- Alvar Cabeza de Vaca Appendini, quien estuvo al frente de la Secretaría de Seguridad Pública de Guanajuato durante 12 años, deja un legado polémico en términos de seguridad en el estado.
A pesar de haber manejado un presupuesto creciente que superó los 40 mil millones de pesos a lo largo de su gestión, los resultados no lograron contener la violencia ni reducir significativamente los índices delictivos en el estado de Guanajuato.

¿Qué deudas deja Alvar Cabeza de Vaca para la Seguridad de Guanajuato?
Una de las principales deudas que deja es el deterioro del mando único policial que intentó implementar en al menos 28 municipios del estado, con el objetivo de centralizar el control de la seguridad.
Aunque esta estructura se mantuvo durante parte de su gestión, al final de su mandato queda poco de este esquema, afectado por la desconfianza de los alcaldes y la ineficiencia percibida en los resultados.
Además, su legado incluye una crisis de inseguridad con más de 1.4 millones de carpetas por delitos del fuero común y un aumento del 234% en homicidios dolosos. La extorsión, un delito que afecta principalmente a pequeños y medianos negocios, creció exponencialmente en los últimos años, con un incremento de más del 4 mil por ciento entre 2019 y 2023.
Otra deuda que Cabeza de Vaca deja es la falta de coordinación efectiva con el gobierno federal. Guanajuato, ubicado en una región con alta competencia criminal entre cárteles, no logró coordinar de manera adecuada con la Federación, lo que exacerbó la violencia y el control territorial por parte de grupos criminales.

Errores durante la gestión de Alvar Cabeza de Vaca en la SSP de Guanajuato
Uno de los mayores errores de su administración fue la represión policial. La gestión de Cabeza de Vaca quedó marcada por episodios de abuso de poder y violaciones a los derechos humanos cometidos por las Fuerzas de Seguridad Pública del Estado (FSPE), con un saldo de 363 expedientes de quejas ante la Procuraduría de los Derechos Humanos de Guanajuato (Prodheg). Estos incluyen allanamientos, uso excesivo de la fuerza, y ejecuciones extrajudiciales, como el caso de Leonardo Reyes Cayente, presuntamente asesinado por policías estatales.
Además, durante su mandato se intentó implementar programas como el “Programa Escudo” y el plan de seguridad “Golpe de Timón”, que, a pesar de las altas inversiones, no lograron reducir los índices delictivos ni frenar la expansión del crimen organizado, como el Cártel Santa Rosa de Lima. A pesar de la captura de su líder, José Antonio Yépez Ortiz, alias “El Marro”, en 2020, la violencia en el estado continuó su curso.
La gestión de Cabeza de Vaca también destaca por el crecimiento exponencial de la estructura burocrática de la Secretaría de Seguridad, duplicando el número de elementos y aumentando significativamente el número de direcciones y altos mandos.

Sin embargo, esto no se tradujo en una mejora sustancial de la seguridad pública. El número de policías sigue siendo insuficiente, con un déficit importante de personal que afecta la capacidad de respuesta en un estado azotado por la criminalidad.
Finalmente, aunque Cabeza de Vaca defendió la creación de una policía mejor capacitada y mejor pagada, la percepción ciudadana y los datos de criminalidad no reflejan mejoras claras. De hecho, Guanajuato se mantiene entre los estados más violentos del país.
Alvar Cabeza de Vaca deja un sistema de seguridad más complejo, pero también debilitado y desgastado por la falta de resultados, los abusos de poder y el fracaso en contener la violencia, mientras el estado enfrenta desafíos crecientes en materia de seguridad.
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