Silao, Gto.- Desde hace 138 años, la tumba de Don Guadalupe Chávez, ha sido mudo testigo del dolor de cientos de personas y el paso de los cortejos fúnebres de los cuerpos de las personas que son sepultadas en el Panteón de la Paz, siendo su tumba la primera y más antigua de Silao.

Su lapida, labrada en cantera rosa, presenta ya los estragos y deterioros del paso del tiempo, cuyo nombre se vas borrando en la memoria de sus deudos, al ser la “tumba olvidada” desde hace décadas, como señalaron empleados del panteón municipal.

La sepultura de Don Guadalupe Chávez, la primera del Panteón de la Paz, se ha convertido en testigo del paso del tiempo y del abandono de un patrimonio fúnebre.

En su lapida aún se pueden apreciar algunas letras en relieve que señalan “Al S D Guadalupe Chávez que falleció el 22 de Setiembre de 181, su familia le consagra esta memoria”.

En este panteón también se encuentran las tumbas de silaoenses ilustres como Tomás Chávez Morado; Ernestina Dulché, (según hermana de la escritora Yolanda Vargas Dulché y prima de la también escritora silaoense Catalina D´erzell Dulché).

Se encuentra también la tumba de Vicente Fernández (no el cantante) siendo un excelente inventor a quien se le atribuye las primeras comunicaciones de lo que ahora se conoce como el teléfono fijo y quien descubrió dos nuevos minerales, los cuales bautizo como la “silaoita” y la “guanajuatita”, entre otros inventos y descubrimientos.

Por igual se encuentra la tumba de Juan Bailleres, patriarca de la dinastía Bailleres quien falleció en 1894

Destaca al fondo del panteón la tumba de los soldados del 14 Regimiento de Caballería, quienes perdieron la vida en la batalla de la Sauceda municipio de Guanajuato el 26 de mayo de 1938.

En esta tumba están los cuerpos del sargento segundo de caballería Marcelino Acevedo O., del cabo de caballería Francisco Islas Pérez y los soldados de primera: German González G., Eulalio Guadarrama R.

Están también los soldados Julio Ramírez Ruiz, Librado Flor García, Luis Altamirano, Pedro Carrillo Ortiz.

Su epitafio lo dice todo: “a los hermanos de armas quienes murieron en el complimiento del deber en la Sauceda, municipio de Guanajuato, 26 de mayo de 1938”, siendo esta también otra tumba olvidada, como lo es la tumba del padre de los hermanos José y Tomás Chávez Morado.

La tumba está completamente en el olvido, e incluso ya carece del epitafio y solo se puede apreciar un hermoso relieve del rostro de cristo elaborado por el maestro Tomás, como lo señala la firma en uno de sus extremos inferiores y cuyo valor seguramente es inapreciable.

El polvo del tiempo, los va enterrando en el olvido.

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