Imagino que la presidenta debe andar muy preocupada y, aunque no le faltan razones, sus principales dolores de cabeza tienen nombre y apellido. Se trata de sus propios compañeros de partido y no de cualquier miembro de su movimiento, sino de personajes que están ocupando lugares preponderantes en la vida del país. Cómo no le va a retumbar la cabeza si sus conductas ponen en entredicho la filosofía que sustenta la 4T. Dicen que son diferentes a los anteriores y la verdad es que sus dichos y sus hechos no se corresponden. Morena atraviesa una de sus mayores crisis de credibilidad ante la ciudadanía debido a los escándalos de enriquecimiento y frivolidad de sus principales integrantes.

La presidenta se debe sentir muy sola. Por un lado, ella da muestras de congruencia y sobriedad, pero no a todos les gusta eso de la austeridad, la honestidad, la fidelidad al pueblo. Es cada vez es más evidente que Claudia Sheinbaum y muchos morenistas van por camino muy distintos. Mientras ella práctica lo que su antecesor predicó, otros desafían sus postulados. Muchos andan como chivos en cristalería haciendo evidente que: el que nunca tiene y llega a tener, loco se quiere volver.

Lo que se ve no se juzga. La separación de Morena y su partido no está relacionada con la sana distancia ni mucho menos. El pueblo bueno lo sabe. Mientras Sheinbaum mantiene una aprobación férrea, Morena ha perdido puntos en el respaldo de la ciudadanía. Esta caída coincide con lo que Zedrik Raziel ha denominado el verano negro morenista. Es decir, con la racha sostenida de escándalos de corrupción, enriquecimiento inexplicable, despilfarro cínico y majadería arrogante que han envuelto a los líderes del partido en los últimos meses.

Cualquiera en su sano juicio, empezaría a reflexionar sobre la situación antes de que se vuelva preocupante. No obstante, estos nuevos poderosos que andan enloquecidos, lejos de recular y enmendar, desafían las líneas propuestas por la presidenta para salvaguardar los principios de Morena. Hacen lo que quieren y lo hacen sin pudor alguno. No hay que extender mucho la mirada para encontrar ejemplos —que sobran— ahí brillan los casos del senador Gerardo Fernández Noroña, la familia Monreal, los temas delicados con Adán Augusto López y hasta los vástagos del expresidente López Obrador.

En un abierto desafío, estos morenistas hacen patente su rebeldía y se pasan por alto el tema de la austeridad, honestidad y fidelidad al pueblo. Humilde, ni cuando era pobre, dirán. Y al son de: atásquense que hay lodo, van presumiendo a toda gala sus excesos. La lista es una chulada: aviones privados, guantadas, nepotismo, despilfarros y hasta desaires. Es por todos conocido y comentado como la crema y nata morenista en la cima de la frivolidad, se congregaron para sacarse una selfi e ignoraron el saludo de la presidenta. Es más, ni se enteraron de que ella acababa de pasar.

No es eso lo que le da dolor de cabeza a la presidenta, me imagino, sino la superficialidad extrema que están mostrando sus compañeros de partido. Está claro que le dan la espalda y que no le reconocen autoridad para dictarles línea y decirles qué sí pueden y qué no pueden hacer. Desestiman su liderazgo. Entonces, como ratones que hacen fiesta cuando el gato no los corretea, andan como perros bravos sin mecate sirviéndose con la cuchara grande.

No en valde, Morena concentra en tan sólo unas pocas semanas las críticas más duras por el dispendio en viajes y lujos de sus principales integrantes, que arrastran también señalamientos de corrupción y vínculos con el crimen. Pero no debemos olvidar que la presidenta tiene en sus manos el remedio que acabe con el dolorón de cabeza que le están provocando estos desordenados.

Claudia Sheinbaum se tiene que amarrar las faldas y ponerlos en orden. Tiene al poder y la autoridad para hacerlo. Tiene la aprobación del pueblo bueno. Gracias a estos desobedientes y atropellados personajes, está sufriendo su partido, su movimiento y también su imagen. ¿No que son diferentes? Se les ve muy iguales y con falta de elegancia. Ellos son una ola destrampada y si no les corrige la nota, pronto podrá terminar revolcada por el efecto que están provocando. Una aspirina a tiempo, antes de que el dolor no se pueda quitar. Ella puede y debe hacerlo. No sé qué es lo que la detiene.