El recorrido del pago cripto empieza en las plataformas exchange, que permiten adquirir las monedas con pagos en MXN o incluso haciendo uso de los servicios de p2p bitcoin para intercambiarlas entre personas.
Luego, los tenedores de estos activos pueden conservarlos como ahorro o gastarlos, como si se tratara del crédito de una tarjeta. Aquí algunas de las formas habituales de hacer el gasto.
Pagar la compra del supermercado con BTC
La idea de llenar el carrito de la compra usando solamente Bitcoins en reserva a más de uno le sonará futurista, pero en México ya es posible gracias a tarjetas cripto conectadas a billeteras digitales o a sistemas como Binance Pay.
Estas tarjetas funcionan como el plástico tradicional, con la diferencia de que al momento del pago realizan un paso extra al convertir automáticamente el saldo en criptomonedas a moneda fiat (pesos mexicanos, euros o dólares, de acuerdo al lugar donde esté ubicado el usuario).
El comercio ingresa en la moneda local, pero el usuario ha pagado con su saldo criptográfico. Aunque todavía su uso no es generalizado, es una opción disponible que permite comprar alimentos, bebidas y elementos de limpieza a golpe de BTC.
El taxi, en criptomonedas
Otro de los sectores donde el uso de Bitcoin está empezando a ganar tracción es en el transporte urbano, en el sector de los taxis.
Para los taxistas, las ventajas de aceptar pagos con criptomonedas son claras, dado que reciben transacciones directas y evitan el costo de las comisiones bancarias. Para los turistas también es conveniente, ya que evitan cambiar divisas cuando se encuentran fuera del país.
Aunque suena sencillo, el proceso no está exento de dificultades, la mayoría de ellas derivadas de la volatilidad de los activos cripto, que pueden cambiar de valor en minutos y complicar la fijación de unas tarifas estables a lo largo del tiempo.
De esta manera, los taxistas eligen hacer transacciones solamente con aplicaciones que convierten al instante, para evitar que la volatilidad del mercado criptográfico afecte el precio de cada viaje.
Viajes y entretenimiento, sin problemas
El turismo es uno de los sectores que acogió con más fervor las criptomonedas, sobre todo porque se trata de un mercado acostumbrado a hacer conversiones de moneda, al tratar con clientes internacionales.
Agencias de viajes, aerolíneas y hoteles ya aceptan pagos directos en Bitcoin y también lo hacen aerolíneas como Norwegian o Surf Air, que han experimentado con este tipo de transacciones en particular para vuelos internos o de corta distancia.
El sistema permite a los viajeros pagar desde su billetera digital sin preocuparse por las conversiones de divisas, algo especialmente útil para quienes no manejan euros o dólares como moneda local.
Finalmente, las plataformas de gaming y entretenimiento también están empezando a aceptar pagos cripto de forma directa, “enchufándose” a las billeteras virtuales de las plataformas exchange.
Donar BTC a una causa benéfica
Es difícil imaginar al monaguillo pasar la bolsa de donaciones mientras pide “un Bitcoin para los pobres”, pero aun así ONGs como Save the Children o Greenpeace aceptan aportes en Bitcoin.
Esta práctica tiene dos ventajas, ya que el sistema provee un alto nivel de transparencia gracias a la tecnología blockchain y, al mismo tiempo, las criptomonedas facilitan las donaciones internacionales, eliminando los costes de transferencia y los límites geográficos.
Aun así, como siempre que se hace una compra o transferencia online, es conveniente verificar que la web sea legítima y que no se trate de una URL creada a propósito por hackers para aprovecharse de los donantes.
¿Por qué no se ha masificado todavía?
Aunque el número de comercios que aceptan estos pagos ha crecido, está lejos de convertirse en un método masivo. La razón principal es que las criptomonedas (sobre todo el BTC) son consideradas una reserva de valor.
Es decir, cumple la misma función de ahorro que el oro, un activo que puede tener variaciones mes a mes, pero que en el largo plazo está destinado a subir, ya que las reservas son limitadas y la gente dispuesta a pagar por ellas es cada vez mayor.
Por ese motivo, de la misma manera que ir a un supermercado e intentar pagar con monedas de oro sería impráctico, pagar con el “oro digital” puede ser menos conveniente que hacerlo directamente con efectivo o tarjetas de crédito y débito.
Queda para la historia una anécdota al respecto. Un ingeniero que, en 2010, pagó dos pizzas con 10.000 bitcoins (una cifra que, al momento de redacción de este artículo, equivaldría a 1.099.049.000).
En definitiva, no se puede comprar la felicidad con criptomonedas. Pero, como demuestra la creciente lista de productos y servicios disponibles, todo lo demás parece cada vez más posible.
