Si aprendimos algo de lo vivido con el Covid-19, debemos entender que es necesario un equilibrio. No podemos minimizar la posibilidad de una nueva pandemia, pero tampoco entregarnos al sensacionalismo de los medios.

“Vuelve la emergencia por la mpox: ¿está preparada América Latina?”, dice un encabezado de El País. “¿Desencadenará mpox otra pandemia?”, publica Reforma.

Todos recordamos cómo a finales del 2019 la aparición en China de un nuevo virus puso al mundo en alerta. Medios de comunicación reportaban cada día la expansión de la enfermedad, una vez que salió del continente asiático.

Fue hasta marzo de 2020 cuando la Organización Mundial de la Salud (OMS) declaró pandemia este mal, bautizado como Covid-19.

A poco más de cuatro años, en nuestro rol de sobrevivientes de un acontecimiento que paralizó al planeta, es lógico el temor de que se repita.

Desde 2022 comenzó a hablarse de casos de viruela símica (mpox) fuera de África, donde se detectó por primera vez en 1970. El reciente brote alarma no sólo porque el miércoles la OMS lo declaró emergencia sanitaria internacional, sino por el sensacionalismo y la falta de información adecuada que llega a la población. Los medios de comunicación y las redes sociales juegan un papel fundamental en el ‘teléfono descompuesto’ que podría generar situaciones de pánico y teorías conspirativas.

La era del clickbait

Una de las grandes ironías de nuestros tiempos es que en la llamada era de la información, es la desinformación la que predomina.

La humanidad se habituó a asumir como verídico cualquier dato publicado en Facebook, X, Instagram o TikTok. Las ‘fake news’, las imágenes creadas a través de Inteligencia Artificial, una buena edición de gráficos, convencen a cualquiera de que lo que llega a las pantallas de sus celulares o computadoras es real.

Claro, existen los ‘medios serios’, confiables. Anteriormente, la letra impresa era sinónimo de garantía. Desde que los periódicos tuvieron que mudar su contenido a las plataformas digitales surgió el fenómeno del clickbait. El uso de encabezados sensacionalistas, que atraigan la atención del lector y despierten su curiosidad, es una práctica ya normalizada, cuyos resultados nocivos no tardaron en aparecer.

Es válida la búsqueda de vistas, likes, interacciones. Sin embargo, hay aspectos que se pasan por alto. Aunque la nota a la que corresponden tales encabezados incluya información verificada y útil, no todos los internautas acceden al enlace, se quedan con la primera impresión. Para comprobarlo, basta revisar la sección de comentarios de cualquier publicación; los usuarios emiten opiniones y juicios basados en el escandaloso titular, la aceptan como un hecho, se quedan en la punta del iceberg y no se toman la molestia de indagar más allá.

En el caso particular del mpox, estos titulares suelen acompañarse de imágenes grotescas, aterradoras, personas cubiertas de ámpulas que quizá son síntoma de otro mal. El morbo obliga a dar clic, a morder el anzuelo.

Situaciones semejantes se presentaron cuando enfermedades como la gripe aviar y hasta el ébola, o la ‘invasión’ de abejas africanas, captaron la atención global.

Un irresponsable manejo de la información y recurrir al amarillismo, generaron pánico y paranoia también durante la pandemia por Covid-19. Incluso después. Un ejemplo claro, la campaña de desprestigio a las vacunas, debida a sus presuntos efectos secundarios. “AstraZeneca admite que su vacuna puede provocar trombosis”, versaba un encabezado de El Economista en abril del presente año. En el resto del texto se aclara “en casos muy raros”.  Pero haber atravesado por un suceso tan fuerte no nos quita la costumbre de creer todo aquello que leemos en redes.

Durante el 2020 hubo quienes en pro de su salud mental preferían no prestar atención a todo lo que se publicaba sobre el virus. Las diversas versiones sobre formas de contagio, síntomas, pruebas, defunciones, saturaron a buena parte de la población. Este es otro efecto contraproducente del clickbait, la desconfianza que aleja a las personas de la verdadera información, de las herramientas necesarias para tomar precauciones.

Equilibrio

En nuestro país, en 2024 se han confirmado 49 casos de mpox, distribuidos en 11 estados: Ciudad de México, Quintana Roo, Jalisco, Morelos, Puebla, Estado de México, Nuevo León, Tamaulipas, Sinaloa, Tlaxcala y Veracruz (solo un diagnóstico en seis de estas entidades).

La declaratoria de emergencia de la OMS, el temor de enfrentar un escenario semejante al de 2020, y los medios de comunicación, comienzan a sembrar el pánico.

Mientras tanto, el dengue ha cobrado alrededor de 100 vidas a nivel nacional. Esta amenaza latente podría quedar opacada por la desinformación y el alarmismo en torno al mpox.

Asimismo, ya surgieron las teorías conspiratorias. En Estados Unidos se cree que la probabilidad de una nueva pandemia es una cortina de humo, muy conveniente en vísperas de sus elecciones presidenciales.

Si aprendimos algo de lo vivido a partir de 2020 con el Covid-19, debemos entender que es necesario un equilibrio. No podemos minimizar la posibilidad, pero tampoco entregarnos al sensacionalismo.

La información y la prevención son la clave, y ambas deben basarse en las fuentes adecuadas. Nos acostumbramos a googlear síntomas para encontrar diagnósticos fatales, sin atenderlos con profesionales. Caemos en titulares apocalípticos. Nos nutrimos de memes y fake news. Todos estos hábitos nos dejan en el peligroso limbo de la desinformación, la elucubración y la ignorancia, que siempre se paga cara.

LO SUPERFLUO: En tiempos de emergencias internacionales las redes sociales son una gran herramienta para informarnos y acceder a cualquier medio de comunicación.

LO PROFUNDO: En tiempos de emergencias internacionales pululan la desinformación, el amarillismo y la búsqueda voraz de lectores.