Parece que hemos dejado de ver un tema relevante en nuestra cotidianidad y es tiempo de empezar a abordarlo: nuestro bienestar digital. Imaginar un mundo sin pantallas es tanto como pensar en desconectarnos de la realidad. Es como si el mundo digital se hubiera convertido en algo más conreto que el mundo físico. Nuestras redes y plataformas nos sirven para aprender, para reservar espacios, para enterarnos de lo que sucede, para ponernos en contacto con amigos, para enamorarnos. En fin, cada vez más, las pantallas absorben más terreno en nuestras vidas. Y, a pesar de lo relevante que es, aún ese espacio parece tierra de nadie.
La política en redes sociales y plataformas digitales se encuentra en una coyuntura crítica. Los sistemas de protección de nuestra identidad están en transición alcanzando nuevas fronteras a medida que responden a las megatendencias mundiales. No sabemos con certeza qué de lo que vemos en línea es real o mentira, que pertenece al ámbito de la posverdad y es muy fácil caer en el engaño. De pronto, el universo digital no es tan seguro como quisiéramos.
La preocupación es genuina, tanto es así que el Foro de Alto Nivel de la OCDE sobre Política Social tendrá lugar el 13 de febrero en la sede de la organización en París y se transmitirá en línea. Se quiere reunir a ministros y otros responsables políticos de alto nivel, así como a una serie de diferentes partes interesadas, —incluidos los interlocutores sociales—, la sociedad civil y el mundo académico, para debatir cuestiones clave. Es tiempo de tomar control de estos espacios para que no se conviertan en una selva indómita.
No es un tema que concierna sólo a desarrolladores, a dueños de compañías o a gente de Sylicon Valley. Es importante que exploremos juntos como usuarios de estos sistemas, las lecciones aprendidas de las crisis recientes y debatir soluciones innovadoras y preparadas para el futuro para los sistemas de protección en redes sociales. Hasta hoy, hay muchos cuestionamientos que quedan en el tintero. ¿Qué hacer con el contenido de alguien cuando fallece? ¿Quién se debe hacer cargo? ¿Qué se debe compartir y qué no? ¿Dónde está lo que es correcto y lo que no? ¿Qué pasa si alguien quiere subir contenido violento, pornográfico, falso?
No podemos pasar por alto que la tecnología esta redefiniendo nuestros estilos de vida. Muchos, no han representado mejoras sino aumento de estrés, angustia, falta de privacidad y malestar. El ciberespacio se ha aprovechado para violar la intimidad, para intimidar personas, para abusar, robar y cometer delitos. También para acercar individuos, encontrar amigos, hacer negocios. Comprender la relación entre la tecnología y el bienestar es esencial para construir un mundo digital que funcione para todos, pero se necesita más investigación para comprender completamente estas dinámicas.
Si bien innovaciones como la Inteligencia Artificial en la atención médica y los dispositivos de asistencia empoderan a las personas y mejoran el acceso, también introducen riesgos como desafíos de salud mental, información errónea y violaciones de la privacidad. Es necesario figurar formas para proteger a las personas y nivelar el campo de juego en la era digital. Es preciso hacer que el uso digital sea más seguro e inclusivo.
Las estadísticas oficiales proporcionan información valiosa sobre los impactos de la tecnología digital, sin embargo, a menudo pasan por alto el elemento humano: las experiencias personales de los individuos sobre cómo se siente realmente la vida digital. ¿Cómo afecta el tiempo excesivo frente a la pantalla a nuestra salud mental? ¿Qué sucede cuando disminuye la confianza en la información en línea? ¿Y cómo equilibramos las increíbles oportunidades de la tecnología con los riesgos que puede conllevar? Para liberar todo el potencial de las innovaciones digitales y abordar sus desventajas, necesitamos una comprensión más rica y matizada de cómo es la vida digital para las personas de todos los ámbitos de la vida.
Para ello, no podemos situarnos en los extremos, ni podemos criticar todo y tacharlo como malo y dañino como tampoco podemos albar y aplaudir todo lo que tenemos a la mano. Hay que informarse, descubrir los últimos conocimientos sobre cómo las tecnologías digitales están dando forma al bienestar de la sociedad y explorar soluciones inclusivas para garantizar que la tecnología funcione para todos.
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