San Miguel de Allende, Guanajuato.- A unas cuadras del corazón de la ciudad, sobrevive un peculiar negocio para la zona: una vulcanizadora. Entre bazares, restaurantes, boutiques y demás comercios dirigidos al turismo que diariamente visita San Miguel de Allende, se localiza el pequeño taller. Julio César Vázquez atiende la vulcanizadora desde hace más de 40 años.

Antes estaba “más en el centro”, cuenta, pero desde 1983 se ubica en la calle Ancha de San Antonio, a solo unas cuadras de Jardín Principal.

 
El negocio, instalado en una propiedad familiar, ha sido su sustento y el de su familia. Foto: Ingrid Devesa

El negocio, instalado en una propiedad familiar, ha sido su sustento y el de su familia; sanmiguelenses de cuna que se niegan a abandonar la casa que los vio crecer, a pesar del desarrollo y las múltiples ofertas por comprar su propiedad.

Hoy en día, asegura que el 70% de sus clientes son motociclistas. Aunque también repara neumáticos de diablitos y carretillas, conductores de autos y camionetas siguen llegando a buscar su servicio, pero en menor cantidad.

Julio inició parchando llantas cuando tenía 11 años y aún recuerda que, en ese entonces, jugaban futbol en la calle que ahora es una de las más transitadas de la ciudad. Recuerda que casi no pasaban coches, si acaso “uno cada cinco minutos”. La parada de autobuses foráneos se encontraba a escasos metros del local, por lo que incluso le tocó arreglar llantas de los Flecha Amarilla.

 
Hoy en día, asegura que el 70% de sus clientes son motociclistas. Foto: Ingrid Devesa

“Antes abría de 8 a 8, ahora nada más trabajo de 9 a 5 (…) con que salga para el ‘pipirín’ y la chelita, con eso”, dice el alegre y orgulloso ‘talachero’.

 

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