Niñas que son madres, un fenómeno normalizado mientras la sociedad desvía la mirada

“Hay cosas que preferirías no haber visto”, advirtió @lapanquecita, analista de datos que viralizó a través de X los 30 casos de madres más jóvenes registrados en México durante 2024. La realidad es que hay cosas que la sociedad finge no ver.

Mi abuela paterna (Sebastiana) tenía 16 años cuando dio a luz a su primer hijo, mi abuelo era dos años mayor. Mi abuelita materna (Guadalupe), tenía 14 años y su marido 20 cuando se convirtieron en padres. A mi edad (41), Guadalupe tenía ya siete hijos y varios nietos.

Debido a este tipo de antecedentes entendemos por qué nos llaman solteronas a los 30, por qué en cuanto una pareja se casa se les pregunta de inmediato “¿para cuándo los hijos?”.

Pero si indagamos en las historias familiares existe una constante un tanto turbia; el abuelo “se robó” a la abuela, suele decirse. El estereotipo del amor romántico invita a pensar en una huida tipo Romeo y Julieta. Aunque ese “se robó” es un lugar común, no descarta situaciones de coacción o hasta abuso, que preferimos ignorar.

“Eran otros tiempos”, se nos explica escuetamente, al hablar de casos en que la diferencia de edad entre los abuelos era de 15, 20 o más años. Las raíces de gran parte de los árboles genealógicos de este país fueron alimentadas por la cultura de la violencia machista. Pero elegimos callar, no averiguar, mirar a otro lado.

No es normal

Tres niñas de 10 años, 14 niñas de 11 años, y 13 niñas de 12, dieron a luz en 2024 según los registros de la Secretaría de Salud a nivel federal.

Entre esos casos, encontramos el de una madre de 12 años y un padre de 65, reportado en el Estado de México. Si tomamos en cuenta los nueve meses de embarazo, es muy probable que la concepción se diera cuando la menor tenía 11. No es posible imaginar una relación sana, consensuada, entre dos personas de tales edades. Cito sólo el ejemplo en el que la diferencia de edad es mayor, porque ya es indignante y escandaloso tomar en cuenta que las madres son solo niñas.

A finales del 2023, la ONU consignó que México ocupa el octavo lugar a nivel mundial con mayor índice de matrimonio infantil. Aunque se apunta que esta costumbre es frecuente en comunidades indígenas, no excluye casos de abuso sexual, trata y explotación de menores fuera de los usos y costumbres de ciertos pueblos.

Al corte de noviembre de 2024, la Secretaría de Salud reportaba 8 mil 775 casos de menores atendidos por lesiones relacionadas con violencia sexual, infligidas a víctimas de entre los cero y 17 años. El 92.71% de las víctimas eran niñas.

¿Vivimos en un país donde la pederastia es tan común? Horroriza pensarlo, pero las cifras parecen dar la respuesta.

Cuántas veces nos hemos topado con memes como “Legalicen a las de 16”; comentarios en fotografías o videos de celebridades menores de edad, de adultos que anhelan que cumplan 18; madres y padres de familia que piden a sus hijas niñas o adolescentes “cámbiate de ropa porque viene tu tío/primo/amigo de la familia”. Todas son conductas tristemente normalizadas, que ocultan la realidad de la que no solía hablarse.

Hace un par de años se viralizó en redes la dinámica de compartir la primera experiencia en que mujeres se sintieron acosadas o sexualizadas. Salieron a la luz dolorosos testimonios que se remontaban a la infancia. En mi caso, el primer “mamacita” que escuché ocurrió cuando tenía 12; mi cuerpo era el de una niña, llevaba una falda corta, mallas, tenis, un suéter, y fue desconcertante, inexplicable, y me llenó de temor, un temor imposible de verbalizar en ese momento, una amenaza inexplicable.

¿40 y 20?

Esta semana, la Suprema Corte de Justicia de la Nación determinó que el productor Luis de Llano deberá indemnizar a la cantautora Sasha Sokol por el abuso que cometió cuando ella tenía 14 años y él 39.

La exintegrante de Timbiriche denunció más de 30 años después, tras haber hablado en entrevistas sobre su vínculo con el empresario como un ‘noviazgo’. Él mismo se refirió a su vínculo como un ‘romance’. Sasha vivió en negación hasta sentirse en un entorno más abierto a escuchar la verdadera historia.

Pero las relaciones entre hombres mayores y mujeres jóvenes están normalizadas. Ya lo cantaba José José en su ‘Cuarenta y veinte’, “es el amor lo que importa y no lo que diga la gente”. Leonardo DiCaprio es famoso no sólo por sus películas, sino porque a sus 50 años sólo elige parejas menores de 25.

Las mujeres sueñan con un ‘sugar daddy’, se dice, un vejete adinerado al cual explotar, que cumpla todos sus caprichos y les garantice estabilidad económica. Esto minimiza los casos como el de Sokol y De Llano.

Por otra parte, cuando una mujer mayor se relaciona con un hombre menor se le etiqueta con el equivalente, ‘sugar mommy’, o como una ‘cougar’ (sinónimo de depredadora, ojo con la semántica).

Cuando se presentan casos en que adolescentes varones tienen relaciones íntimas o hasta hijos con sus profesoras, no se habla de abuso o coacción, se habla de cumplir una fantasía y se les aplaude.

‘Grooming’ es el término moderno con que se denomina a la estrategia en que un adulto seduce a un menor de edad, y que por lo general implica una dinámica de poder. Hombres y mujeres que se aprovechan de la admiración e influencia que tienen sobre sus víctimas, sabiendo que no tienen la madurez suficiente para asimilar del todo la situación.

Es interesante cómo los casos mediáticos polarizan las opiniones, cómo los conceptos que se manejan en redes sociales maquillan abusos y violencias.

Si la lista divulgada por @lapanquecita no nos indigna o alarma, somos parte del problema. Basta de fingir que no vemos lo evidente.

LO SUPERFLUO: La lista viralizada ha invitado a la reflexión y visibiliza una problemática seria.

LO PROFUNDO: No fueron las autoridades competentes las que decidieran difundir las cifras, y mucho menos, indagar más allá de ellas.