La fumata negra, emitida por la chimenea instalada en el techo de la Capilla Sixtina, duró varios minutos, lo suficiente para que no quedara duda alguna sobre su color.

Con ello, quedó claro que los 133 cardenales electores no alcanzaron un consenso en su primera votación para elegir al sucesor del papa Francisco, fallecido el pasado 21 de abril.
La elección de un nuevo pontífice exige una mayoría calificada de dos tercios: al menos 89 votos de los 133 electores menores de 80 años con derecho a sufragio. Este primer escrutinio no fue suficiente para ello.
Un inicio solemne y cargado de expectativa
El proceso comenzó oficialmente a las 17:46 h local, cuando los portones de la Capilla Sixtina fueron cerrados por orden del maestro de Celebraciones Litúrgicas, monseñor Diego Giovanni Ravelli. Antes de ello, Ravelli pronunció la tradicional fórmula en latín “Extra omnes” (“Todos fuera”), ordenando la salida de todas las personas ajenas al proceso de votación.

Al interior de la capilla quedaron solo los cardenales electores y el predicador de la Casa Pontificia, el fraile capuchino Raniero Cantalamessa, encargado de ofrecer una meditación final antes de retirarse y dejarlos deliberar en total confidencialidad.
Los cardenales votaron por primera vez tras esta reflexión, pero no se espera una segunda votación para lo que resta de este miércoles. La jornada concluye con los cardenales regresando a su residencia en la Casa Santa Marta, ubicada dentro del territorio vaticano, donde cenarán y descansarán antes de reanudar el proceso mañana.
Roma y el mundo atentos

Miles de fieles se reunieron en la Plaza de San Pedro para presenciar el momento en que el humo emergiera de la chimenea de la Sixtina. La incertidumbre se resolvió con la señal de que, al menos por hoy, no hay nuevo papa.
El periodista mexicano Joaquín López-Dóriga, quien se encuentra cubriendo el evento desde el Vaticano, comentó en redes sociales:
“El humo es negro. Algún día sabremos por qué tardó tanto.”
El Cónclave 2025 es el tercero en lo que va del siglo XXI, tras los que eligieron a Benedicto XVI en 2005 y a Francisco en 2013. Esta nueva elección se lleva a cabo bajo un panorama distinto: la Iglesia afronta desafíos internos y externos que darán forma al perfil del próximo pontífice.