Irapuato, Gto.- El Panteón Municipal de Irapuato guarda historia, leyendas y sucesos que hacen que se enchine la piel. Ahí, entre lápidas que datan del año 1800 y flores que no dejan de renacer, viven los ecos del pasado.

La historia de Adolfo Taboada Rivera, el soldado que a veces se escucha marchar

Entre esas historias, sobresale la del soldado Adolfo Taboada Rivera, nacido en Irapuato el 24 de mayo de 1942. Desde pequeño migró a California y años más tarde se enlistó en el U.S. Army, donde alcanzó el grado de cabo interino.

En octubre de 1965 fue enviado a la guerra de Vietnam y, ese mismo mes, perdió la vida al pisar una mina en una zona minada por el Vietcong.

Tenía apenas 25 años, hablaba varios idiomas y esa habilidad lo llevó a formar parte del servicio de inteligencia del ejército estadounidense. Meses después, su cuerpo fue trasladado a Irapuato por una comitiva de la armada norteamericana.

Hoy, su tumba se encuentra en uno de los primeros pasillos del panteón municipal, coronada por la figura de un soldado de piedra que parece custodiar el silencio.

“Él es uno de los más visitados y queridos. Yo a veces vengo a platicar con él, me siento aquí y hasta ahora yo no lo he visto manchar, como se dice, pero otro velador que estaba antes sí vio muchas cosas.

Lo que mucha gente no sabe es que ya sus restos se los llevaron de aquí, él era de Querétaro, entonces pues ya se los llevaron allá para evitar que la gente les hiciera algo a sus restos, porque luego venían muchos que querían mal obrar con sus restos”, relata José Rangel, velador desde hace tres años.

La niña de los milagros; una de las almas más apreciadas del panteón de Irapuato

No muy lejos de su tumba se encuentra otra historia que se ha vuelto símbolo de fe y ternura: la de Blanca Córdoba Razo, mejor conocida como la niña de los milagros. Falleció de leucemia hace más de medio siglo, pero su presencia sigue viva entre los muros del panteón.

Quienes la han visitado aseguran que la niña escucha, responde, y a veces se deja ver caminando entre las tumbas.

“Hay quienes vienen y le traen milagros, ya en estas fechas tienen juguetes y cosas. Hace tiempo una persona me contó que se robó uno de los juguetes de la niña Blanquita, y desde ese día no dejó de soñar con una niña… entonces hasta que devolvió el juguete dejó de soñar con ella”, cuenta uno de los guardianes del camposanto.

Los lamentos de una mujer enterrada viva, en búsqueda del eterno descanso

Y entre tantos relatos, aún se murmura el de una mujer que, dicen, fue enterrada viva. Por las noches, algunos afirman escuchar sus lamentos, un susurro que viaja entre los cipreses y las cruces oxidadas, como si el dolor del pasado aún buscará descanso.

El Panteón Municipal de Irapuato es, más que un lugar de muerte, un espacio donde el alma se resiste a desaparecer. Entre rezos, leyendas y velas encendidas, los irapuatenses siguen visitando a quienes, aunque partieron hace décadas, aún tienen algo que decir.

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