Estableceré mi pacto con vosotros, y no exterminaré ya más toda carne con aguas de diluvio, ni habrá más diluvio para destruir la tierra. (Gn 9:12)

Este año es complejo y encima, se nos está complicando el panorama. En un año de elecciones, México enfrenta desafíos muy importantes en cuanto a la gestión del agua. Hay expertos que ya le han puesto una fecha al fatal día cero, en el que nos quedaremos sin agua, otros que observan el problema y no lo ven tan grave y algunos que de plano prefieren mirar a otro lado y no darle relevancia. Más allá de opiniones y posturas políticas, sabemos que hay problemas relacionados con la sequía, el nivel crítico de las presas y la crisis hídrica en el sistema Cutzamala, el adelgazamiento de los mantos friáticos y la falta de cultura en torno al cuidado del agua.

Más allá de pareceres, todo el territorio nacional enfrenta una crítica situación hídrica marcada por la sequía y con las presas operando a la mitad de su capacidad. Hay una dificultad aguda debido a la baja de los niveles de almacenamiento de agua porque hemos padecido una temporada de altas sequías. No llueve. La escasez de precipitaciones y la sobreexplotación de recursos hídricos pone en riesgo la seguridad del suministro de agua para millones de habitantes en el país. Se nos pone la boca seca.

No nos podemos llamar sorprendidos. Estas voces de advertencia han estado tratando de hacerse escuchar y, dicha sea la verdad, no les hemos hecho caso. Desde hace tres años, lo sabemos porque lo vivimos. El país ha atravesado por sequías que han impactado en el nivel de las presas en casi todos los estados de la República. La Conagua informó que, hasta el 12 de febrero de 2024, las 210 principales presas en México, con capacidad para almacenar el 92 % del agua de los embalses del país, están al 50 % de su capacidad. Esto supone una disminución de un punto porcentual en comparación con la semana pasada. Nos estamos secando y no se trata de una opinión: es un hecho. Hay sed en muchos segmentos del territorio nacional.

Estadísticamente los estados del país que más padecen esta crisis de agua son: Durango, Chihuahua y Coahuila; en segundo orden: Nuevo León, Zacatecas, San Luis Potosí, Aguascalientes y Guanajuato. Tendremos más sed, parece ser. Y, también da la impresión de que no nos importa mucho que digamos. Vemos como la lumbre nos llega a los aparejos y contemplamos la flama embobados. Los chats, las redes sociales, la televisión y la radio repiten conceptos como “día cero” y sequía, y aunque no es novedad la falta de agua en algunas zonas, esta vez el tema ha escalado.

Tal vez, sea tiempo de empezar a reflexionar lo que significan los números que da a conocer la Conagua y como impactan para el consumo de los ciudadanos, quizá ya es el momento de caer en la cuenta del nivel de falta de agua que hay y preguntarnos si será cierto que en junio no habrá agua, ¿de quién es la responsabilidad? Y antes de empezar a elevar el dedo juzgón y apresurarnos a aventarle la culpa a alguien más, sería bueno que buscáramos hacernos responsables ¿Podemos hacer algo?

Hemos padecido una sequía extrema y excepcional y también que seguimos desperdiciando agua. Es tiempo de hacer conciencia y tratar de cuidar nuestro consumo hídrico, tratar de estirar nuestras pocas reservas hasta que llegue la temporada de lluvias y entonces, podamos recuperar los niveles de nuestras presas, ríos y lagos. La situación actual nos apunta a un desbalance hídrico. Estamos extrayendo más agua de los pozos de la que se infiltra al subsuelo. Esto nos deja en evidencia una mala gestión del agua. Pésima, en realidad. Además, está la falta de mantenimiento de los pozos y la escasa recarga pluvial, derivado de la disminución de zonas de recarga, genera que se pierda el agua de lluvia en las ciudades y pueblos. Desperdiciamos porque la lluvia que cae se va al drenaje profundo.

No se trata de andar alarmando a las personas. Se trata de hacer un llamado a la conciencia. Hay que cuidar el agua. No nos gusta andar sedientos. Si en los tiempos antiguos, el diluvio universal arrasó con la Humanidad, que no sea ahora el extremo contrario el que nos haga padecer. Este es un tema que va más allá de opiniones y posturas políticas.